Vivimos momentos de crecientes tensiones geopolíticas, crisis superpuestas y amenazas climáticas. Quienes más sufren las consecuencias de todo ello son los países en desarrollo y las poblaciones en situación de mayor vulnerabilidad. El avance en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se ha ralentizado, y la financiación que debe hacer posible su implementación resulta insuficiente.
La agenda de financiación del desarrollo ofrece un marco único para abordar estos desafíos de manera integral, al ser un espacio de negociación y compromisos que integran en una respuesta única cuestiones fundamentales para la movilización de recursos para el desarrollo sostenible como son la arquitectura financiera internacional, la deuda, la movilización de recursos domésticos, el apalancamiento de recursos privados y la movilización de la inversión con impacto en desarrollo, la cooperación pública internacional o los vínculos entre el comercio, la ciencia, la tecnología y la innovación y el desarrollo sostenible de los países, por poner solo algunos ejemplos.
Ante la urgencia y la magnitud del reto, debemos unirnos en un espíritu de solidaridad y cooperación para encontrar soluciones. Y tenemos en el camino, una cita importante, una oportunidad única de ir revertiendo esta situación. España acoge en Sevilla, del 30 de junio al 3 de julio de 2025, la próxima Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo. Será la cuarta tras las tres anteriores ediciones que tuvieron lugar en Monterrey (2002), Doha (2008) y Addis Abeba (2015). Diez años después de la adopción de la Agenda de Acción de Addis Abeba, España será el primer país europeo en acoger esta Conferencia Internacional, que deberá fijar los parámetros de un nuevo paradigma de la financiación para el desarrollo.
Cuestiones como la necesidad de instituciones financieras internacionales más inclusivas y efectivas, la sostenibilidad de la deuda externa o el avance hacía una fiscalidad internacional más justa, son aspiraciones que deben encontrar su acomodo en Sevilla. Debemos igualmente renovar nuestros compromisos con el objetivo de dedicar el 0,7% de la renta nacional bruta a ayuda oficial al desarrollo (AOD) y reflexionar sobre cómo hacer un uso más estratégico de este recurso tan valioso como limitado. Son tiempos también de ir más allá de la renta per cápita para la medición de un desarrollo que es multidimensional y nos obliga a prestar atención también a las brechas de desigualdad y a las vulnerabilidades específicas (a los efectos del cambio climático, por ejemplo, pero no solo) a las que se enfrentan los países en desarrollo independientemente de su nivel de renta. Son tiempos también para reconocer que es necesario contabilizar el conjunto de flujos que contribuyen al desarrollo sostenible de un país con métricas como TOSSD (Apoyo Oficial Total para el Desarrollo Sostenible) que, sin menoscabo al compromiso del 0,7% para AOD, abarcan también la cooperación sur-sur y triangular o los bienes públicos globales.
No podemos acometer solos esta lucha contra la pobreza y las desigualdades a nivel global, y contra la crisis climática y medioambiental que amenaza nuestro planeta y a la vida de las generaciones presentes y futuras. Las necesidades de movilización de recursos son demasiado elevadas para pensar que los recursos públicos van a ser suficientes. Necesitemos apoyar la movilización también de la financiación privada y avanzar en agendas como la inversión de impacto.
Sevilla es el lugar de encuentro de todos: gobiernos a todos los niveles, organismos internacionales, sociedad civil, sector privado y academia. España fue elegida por la membresía de Naciones Unidas para ser sede de esta oportunidad histórica. Asumimos la responsabilidad con el compromiso de que el camino a Sevilla sea inclusivo y participativo. Estamos abiertos a todas estas voces que deben guiar nuestro camino.
El desarrollo es una aspiración humana a la que nos debemos no solo por una cuestión de justicia y equidad, sino como inversión para construir sociedades más estables, prósperas e inclusivas. Sevilla puede ser el momento en el que lograr ese cambio transformador tan necesario en la agenda de financiación para el desarrollo sostenible, que asegure a su vez la inclusión efectiva de la perspectiva de género desde el enfoque feminista que abraza la política exterior española. Solo un compromiso al más alto nivel y la movilización de la voluntad política podrán colmar el deseo de cambio. No podemos mirar para otro lado. Nuestra mirada está puesta en Sevilla. La oportunidad es ahora.