Con base en su extensivo análisis de las condicionantes del desarrollo económico, institucional y social en América Latina y el Caribe y las estrategias necesarias para la implementación regional de la Agenda 2030, el Acuerdo de París y la Nueva Agenda Urbana, la CEPAL ha propuesto un cambio estructural progresivo sobre la base de un gran impulso ambiental. Con el objetivo de permitir el salto urgente hacia un modelo sostenible de desarrollo, el gran impulso ambiental se define como una reorientación coordinada de inversiones, políticas, regulaciones y régimen de impuestos para impulsar el crecimiento económico, la generación de empleos y el desarrollo de cadenas productivas y al mismo tiempo reducir la huella ambiental y mantener o recuperar la capacidad productiva del capital natural (incluyendo sus servicios ambientales).
Un gran impulso, en términos económicos, depende de un paquete coordinado de inversiones que se complementen entre sí. Son los procesos que Paul Rosenstein-Rodan (1961), un pionero de la teoría del desarrollo llamó de gran impulso (big push), donde cada inversión/política debe coordinarse en paralelo con las existentes en otros sectores para que cada una de ellas sea rentable y viable (CEPAL, 2016). Implica expandir la demanda y el mercado de forma que los emprendedores se sientan seguros de incurrir en costos de industrialización. En esa lógica tiene importancia todo lo que estimula el aumento de la demanda, sean gastos públicos, inversiones, financiamientos, ayuda externa, régimen de impuestos o cambios en el sistema de precios. En ese sentido, un mínimo de coordinación, articulación e inversiones es necesario para que programas de desarrollo tengan éxito. Rosenstein-Rodan presenta la analogía de un avión en su despegue, que demanda al mismo tiempo velocidad, energía, estructura física, peso, tiempo, etc. concurriendo hacia el mismo objetivo – el despegue. En la teoría del gran impulso, inversiones y políticas aisladas no pueden mover la economía hacia el camino del desarrollo económico.
Para Mazzucato & Perez (2014), la estrategia fundamental de un gran impulso es la definición del sentido de dirección, lo que tiene un carácter sociopolítico al producir una trayectoria convergente de los múltiples y diferentes actores, sectores e inversiones, cuyos complejos circuitos son muchas veces imprevisibles, y sin una clara dirección pueden perderse o nunca ocurrir. En el caso de un gran impulso ambiental, Mazzucato & Perez (2014) defienden que se requiere poner en marcha un conjunto de claras, coherentes y continuadas políticas públicas, sin las cuales las inversiones, tasas, regulaciones, precios y otros componentes no van a seguir una trayectoria de innovaciones.
Esa reorientación es también inductora de crecimiento económico. Harris (2008) defiende que cambios en matrices de energía, tecnologías y patrones de producción hacia eficiencia energética y fuentes de bajo carbono, así como las inversiones en infraestructura social, conducen a una continuidad del crecimiento económico. Ese abordaje está en línea con el pensamiento original keynesiano en que el aumento de la demanda agregada produce beneficios netos por medio de los gastos originales y de sus efectos multiplicadores.
Para el caso de un gran impulso ambiental, existen muchos caminos potenciales para el crecimiento económico. Las políticas gubernamentales y los pactos políticos son esenciales para la definición del camino a seguir (Harris 2018). Así, un gran impulso ambiental debería contemplar opciones de políticas públicas como la eliminación de subsidios nocivos para el medio ambiente, la modificación de los precios relativos para encarecer lo menos sostenible y cambiar los patrones de consumo y producción. Incluye también la prestación de servicios públicos de calidad como la búsqueda de soluciones para reducir la congestión y la contaminación en las ciudades, a través de inversiones integrales en transporte y sus servicios de apoyo, tecnologías inteligentes e interconexiones físicas y virtuales (Samaniego 2016).
Encauzar esas inversiones en la dirección deseada y hacerlas viables requiere de los incentivos correctos, de una redefinición de marcos institucionales, de una gobernanza a nivel local, regional y nacional, de regulaciones apropiadas, así como de un mayor estímulo a la inversión pública y a las asociaciones público-privadas. La expansión de las energías renovables no convencionales en España y en América Latina y el Caribe representa un ejemplo concreto de que es posible generar sectores competitivos cuando se crean condiciones favorables para inversiones ambientalmente sostenibles.
Bibliografía
CEPAL (2016). Horizontes 2030 – La igualdad en el centro del desarrollo sostenible, trigésimo sexto período de sesiones de la Cepal, Ciudad de México, 23 a 27 de Mayo.
Harris, J. M. – 2008 – “Ecological Macroeconomics: Consumption, Investment, and Climate Change. Global Development and Environment Institute” – Working Paper no. 08-02,Tufts University, Medford.
Mazzucato, M. & Perez, C. – 2014 – “Innovation as Growth Policy: the challenge for Europe”. Working Paper Series, SWPS 2014 D13, SPRU- Science Policy Research Unit – University of Sussex.
Rosenstein-Rodan, P. – 1961 – “Notes on the Theory of the ‘Big Push”. In: Ellis, H.S., Wallich, H.C. _Eds., Economic Development for Latin America. St. Martin’s Press, New York.
Samaniego, J.L. (2016) – ECLAC Presents at COP 22 its Proposal for an Environmental Big Push to Change Production and Consumption Patterns. Presentación en COP 22.