Los efectos económicos y sociales adversos de la pandemia de la COVID-19 hacen que este sea el momento idóneo para repensar el modelo de desarrollo que se ha venido siguiendo. Así, el bienestar de la población, sobre todo de la más vulnerable, debería ser el eje central de las decisiones y de la planeación estratégica del sector público y privado en la nueva realidad para impulsar una recuperación más justa, inclusiva y sostenible ambientalmente.
Sin duda, una de las principales consecuencias negativas por las medidas para la contención de la COVID-19 es el alza del desempleo, ante todo de la población joven, por las dificultades que enfrenta para insertarse al mercado laboral. Según las estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa de desempleo juvenil (considerando la población de 15 a 24 años en búsqueda de trabajo) alcanzó en 2019 el 17,8% en América Latina y el Caribe. Si bien en dicho año el desempleo juvenil en El Salvador fue menor que en la región (9,5%), representó sin embargo más del doble que la tasa de desempleo general, del 4,0%. Esto sin contar la alta informalidad que caracteriza la economía salvadoreña, estimada en cerca del 74,8% (UNODC, 2020), lo que obstaculiza el acceso a un empleo decente que garantice los derechos laborales. Esta situación se empeora en medio de una crisis sanitaria mundial que ha causado la pérdida de empleos en sectores como el comercio al por menor y el turismo, donde suelen emplearse principalmente las juventudes.
En este contexto, tanto en América Latina y el Caribe como en El Salvador predomina la población joven en edad de trabajar, que será la que impulse el desarrollo socioeconómico desde acá y en las generaciones venideras. Por ende, es necesario realizar acciones concretas en el mercado laboral que prioricen las oportunidades para las juventudes, con el fin de facilitar la conexión entre la demanda (vacantes de empleo) y la oferta (capacidades de quienes buscan empleo). La coherencia efectiva y las alianzas entre el gobierno central y municipal, las empresas, los organismos internacionales y las organizaciones no gubernamentales (ONG) serán clave. Acciones como capacitar en habilidades técnicas específicas (informática, administración, emprendimiento, innovación, etc.) y socioemocionales (resiliencia, liderazgo, empatía, trabajo en equipo, etc.) de acuerdo con la demanda laboral deben ser esenciales. Además, han de ampliarse o desarrollarse programas de mentoría, coaching y pasantías que provean de experiencia a las juventudes y les permitan ampliar sus redes de apoyo, al mismo tiempo que puedan generar ingresos en condiciones laborales dignas.
Las acciones para brindar oportunidades de empleo decente a las juventudes deben realizarse bajo un enfoque inclusivo e interseccional. Es decir, se deben proveer oportunidades laborales a población históricamente excluida, considerando las interrelaciones entre el origen socioeconómico, el género, las discapacidades, la orientación sexual, las creencias religiosas y/o políticas u otro tipo de características. Contar con un equipo diverso podrá contribuir sustancialmente a fortalecer la innovación en las organizaciones y empresas, dado que reforzará la pluralidad de ideas y experiencias para formular e implementar estrategias más efectivas. Pero, aún más, aportará a brindar oportunidades de autorrealización y generación de ingresos que mejoren las condiciones de vida y el bienestar de la población, sobre todo a aquella más vulnerable. De esta manera, se podrá avanzar hacia una sociedad más justa y reducir poco a poco las grandes desigualdades socioeconómicas exacerbadas por la pandemia.
Por otro lado, las juventudes deberemos enfocarnos en fortalecer nuestros conocimientos, habilidades y actitudes, así como adquirir nuevas destrezas, de acuerdo con las demandas de la nueva normalidad. Además, estar dispuestos a diversificar nuestras áreas de interés profesional ampliará nuestras oportunidades de contratación. Ante esto, necesitaremos estar atentos, más que nunca, a aprovechar y valorar las oportunidades de formación y crecimiento académico y profesional, para estar mejor preparados para el mundo laboral. Acciones como tomar cursos presenciales (en la medida de lo posible) o virtuales, complementarios a la educación formal, o realizar voluntariados y prácticas profesionales, así como exponernos a nuevas experiencias, permitirán que descubramos nuestro máximo potencial.
Las juventudes ya teníamos difícil desde antes de la pandemia obtener un empleo decente, pero en la “nueva normalidad” lo será aún más. Como joven profesional, sé lo difícil que es obtener oportunidades laborales en un mundo con grandes desigualdades, sobre todo socioeconómicas, y estigmas para las juventudes. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha enfatizado el “efecto cicatriz” de las repercusiones negativas a largo plazo que deja para las juventudes insertarse al mercado laboral en tiempos de crisis como la pandemia actual, tanto en el acceso a un empleo, como en el nivel de salarios a los que se puede aspirar y las facilidades para crecer profesionalmente. Por ello, todos los actores de la sociedad necesitamos crear sinergias que atenúen dichas desigualdades y secuelas. Todos los esfuerzos deben tomar en cuenta el potencial que tenemos las juventudes para contribuir con ideas innovadoras, capacidades y entusiasmo al progreso de la sociedad, al mismo tiempo que logramos autorrealizarnos y apoyar el bienestar de nuestras familias.
Referencias bibliográficas
Banco Mundial (s.f.): “Datos de libre acceso del Banco Mundial”. Disponible en: https://datos.bancomundial.org/ (consultado el 18 de marzo de 2021).
Gómez, M. F. (2021): “Crisis laboral de la juventud y COVID-19: una cicatriz prolongada”, Washington D.C., BID (14 de enero). Disponible en: https://blogs.iadb.org/trabajo/es/crisis-laboral-de-la-juventud-y-covid-19-una-cicatriz-prolongada/ (consultado el 18 de marzo de 2021).
UNODC (2020): Desempleo, economía informal y crimen organizado: una aproximación desde el análisis sistémico El Salvador, Naciones Unidas. Disponible en: https://www.unodc.org/documents/ropan/2020/Desempleo_economia_informal_y_crimen_organizado…pdf (consultado el 18 de marzo de 2021).