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Elecciones al Parlamento Europeo y América Latina y el Caribe: ahora, ¿hacia dónde?

Los vínculos entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe se han caracterizado tradicionalmente por el mantenimiento de fuertes lazos sociales, económicos y culturales basados en intereses y valores compartidos como la democracia, los derechos humanos y el respeto por el Estado de derecho. Sin embargo, tal y como señaló el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, “necesitamos acelerar y no confiar solamente en los lazos tradicionales” que nos unen con el otro lado del Atlántico, especialmente en un contexto de incertidumbre mundial donde la seguridad internacional se ve comprometida de forma constante [1].

La invasión de Rusia a Ucrania, y el reciente conflicto entre Israel y Palestina, evidencian la necesidad de fortalecer el orden internacional basado en reglas, pero, para conseguirlo, se requiere la voluntad de trabajar conjuntamente. Una asociación estratégica más fuerte entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe, a través de un compromiso político reforzado, resulta imprescindible para hacer frente a esos y otros tantos desafíos globales, así como para aprovechar las oportunidades conjuntas que surgen dentro de un escenario mundial en constante cambio.

Conscientes de ello, y tras ocho años desde su última reunión, los dirigentes de la UE y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se reunieron en julio del año 2023 para celebrar la tercera Cumbre UE-CELAC, un encuentro que supuso un cambio trascendental en las relaciones entre ambas regiones. Los dirigentes, en su calidad de socios europeos y latinoamericanos, adoptaron una importante declaración final que no solo afianza las relaciones birregionales y pone en valor su “arraigada asociación estratégica”, sino que también apuesta por dar continuidad a sus encuentros de alto nivel a través de una hoja de ruta y un mecanismo de coordinación y consulta [2].

Entre las cuestiones abordadas, destaca el compromiso por reforzar el sistema multilateral y la gobernanza mundial, el interés por mantener un comercio abierto y justo basado en normas y, sobre todo, la necesidad de definir estrategias relativas a la “triple transición” digital, verde y social. Del mismo modo, y basándose en el interés común por mantener una colaboración periódica entre las dos regiones, los dirigentes acordaron celebrar cumbres transnacionales cada dos años, siendo la próxima, por tanto, en 2025 [3].

Sin embargo, teniendo en cuenta el panorama político actual, y tras las recientes elecciones al Parlamento Europeo, persisten grandes incertidumbres sobre cómo evolucionarán a partir de ahora las relaciones entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe. Las encuestas realizadas durante los meses previos a los comicios de junio de 2024, advertían sobre el auge de los partidos de extrema derecha en el territorio europeo y la consiguiente alianza que estos podrían establecer con el partido más votado, el Partido Popular Europeo (PPE). Esa creciente influencia de la extrema derecha, tal y como señalan los expertos, no solo plantearía desafíos en términos de cohesión e integración, sino también en cuestiones relativas a la política exterior de la Unión.

Ahora, con los resultados electorales encima de la mesa, podemos confirmar las conclusiones que arrojaban las diferentes encuestas. La extrema derecha ha experimentado, sin duda alguna, un importante avance dentro de Europa, muy especialmente en Francia, donde la victoria del partido de Marine Le Pen ha llevado a Emmanuel Macron, presidente del país, a convocar elecciones legislativas anticipadas. El Partido Popular Europeo, por su parte, se ha erigido como el gran ganador de estos comicios, consiguiendo un total de 190 escaños, siendo seguido por los socialdemócratas, que logran 136 asientos.

Durante las últimas semanas, Úrsula Von Der Leyen, presidenta de la Comisión Europea y principal candidata del PPE, ha celebrado la victoria de su partido y ha asegurado que los resultados de estas elecciones tienen “una gran responsabilidad para los partidos de centro”. La presidenta ha tratado de apelar así al apoyo de los socialdemócratas y de los liberales, con quienes, desde 2019, ha mantenido en el Parlamento y el resto de instituciones europeas, una coalición flexible a la que, en ocasiones, se han unido los Verdes. Por su parte, los socialdemócratas y los liberales se han mostrado, desde el primer momento, dispuestos a ofrecer el apoyo a la actual presidenta de la Comisión, siempre y cuando Conservadores y Reformistas Europeos (CRE) e Identidad y Democracia (ID), quedasen excluidos de las negociaciones que han de establecer el rumbo de la Unión durante los próximos cinco años.

Lo que es indudable es que las decisiones que se toman en la Eurocámara afectan de forma directa a las políticas de los países de América Latina y el Caribe. Así lo afirmó en una entrevista Maria Manuel Leitão, eurodiputada del partido socialista y miembro de la Asamblea Parlamentaria Europa – América Latina, quien aseguró que la legislación europea tiene, inevitablemente, importantes repercusiones al otro lado del Atlántico. Según señaló, las decisiones adoptadas por el Parlamento Europeo en materia de deforestación, por ejemplo, acabarán “fomentando la adopción de prácticas agrícolas y ganaderas más responsables en la Amazonia”. Lo mismo puede ocurrir en términos de servicios financieros o digitalización, pues, aunque la legislación del Parlamento en relación a estos ámbitos se aplique únicamente a las empresas europeas, ello también termina afectando a los bancos latinoamericanos, quienes se verán motivados a implementar “regulaciones más estrictas en lo que tiene que ver con la protección de datos y la ciberseguridad” [4].

Lo que se discute en la Unión Europea, por tanto, no es algo que quede dentro de sus límites territoriales. Regiones como la de América Latina y el Caribe se ven fuertemente influenciadas por las decisiones que toman sus socios europeos. Por ese motivo, la composición del Parlamento Europeo, y la consiguiente formación de la Comisión Europea, van a ser decisivas para establecer la agenda que se seguirá durante los próximos años; una agenda que, teniendo en cuenta el contexto actual, y siguiendo las líneas establecidas en la III Cumbre UE-CELAC, debería centrarse en cuestiones tan relevantes como el medio ambiente, la transición digital, la igualdad de género, y el compromiso mutuo para la consecución de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Por el momento, solo queda esperar para ver cómo influirá la nueva composición de la Eurocámara y la Comisión Europea en las relaciones de la Unión Europea con la comunidad internacional en su conjunto y, sobre todo, si se mantendrá el compromiso de seguir priorizando la asociación estratégica con América Latina y el Caribe.

Referencias

[1] BORRELL, J. (2023): “Nueva agenda de la UE con América Latina y el Caribe”, Blog del AR/VP (3 de julio). Disponible aquí.

[2] ALDECOA, F. y SOTILLO, J.A. (2023): El futuro de la relación entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe, Los libros de la Catarata.

[3] SECRETARÍA GENERAL DEL CONSEJO DE LA UNIÓN EUROPEA (2023): Declaración de la Cumbre UE-CELAC de 2023, 1 de agosto de 2023 (12000/1 /23 REV 1).

[4] PALAU, A. (2024): “¿Por qué los ciudadanos latinoamericanos deberían seguir de cerca las elecciones europeas?”, France 24 (24 de mayo). Disponible aquí.

Autor/es

Daniela Cerrato

Técnica de Proyectos Europeos en la Cámara de Comercio de Badajoz

Graduada en Relaciones Internacionales con Premio Extraordinario de Fin de Grado y Máster en Protección Internacional de Derechos Humanos. Ha investigado sobre cuestiones relativas a la Unión Europea, América Latina y el Derecho a un Medio Ambiente Sano.

Ex becaria del Departamento de Comunicación de Fundación Carolina. Actualmente, trabaja como Técnica de Proyectos Europeos en la Cámara de Comercio de Badajoz, ejecutando proyectos sobre transformación digital, innovación, sostenibilidad e inclusión.

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