Los cuidados se han instalado en las agendas académicas, sociales y gubernamentales y son muchos y variados los trabajos que se han ocupado de mostrar las relaciones de desigualdad en las que se inscriben. Este escenario habilita una serie amplia de interrogantes que ubican al Estado en el centro del debate: ¿cuáles son las medidas gubernamentales que dialogan con las prácticas de cuidados?, ¿qué sucede con los trabajos?, ¿en qué medida las sociedades reconocen y redistribuyen la centralidad de estas prácticas?, ¿son unidireccionales?, ¿el cuidar es solo intra-especie humana?, ¿cómo afectan las tecnologías a los cuidados?
Estas y otras preguntas sostienen este escrito y, aunque no se aborden de manera exhaustiva, interesa al menos plantear la siguiente línea argumentativa: Las prácticas de cuidados constituyen una plataforma para explorar las desigualdades, reconstruyendo las tramas de despojos a las que se han visto expuestas. En un régimen de acumulación capitalista, patriarcal y colonial éstas prácticas reclaman una perspectiva interseccional que permita indicar la invisibilización de los cuidados desde algunas posiciones privilegiadas.
Los cuidados en tanto prácticas comprometen todas aquellas actividades orientadas a generar, mantener o reparar los cuerpos/emociones, las subjetividades, el entorno, los modos de ser, estar y conformar “nuestro mundo” (Tronto y Fischer 1990; García Selgas y Martín Palomo, 2021). Éstas no obstante, han sufrido -podrían denominarse- despojos que han ocluido su centralidad. De aquí que sea necesario dar cuenta del ensamblaje desigual de vínculos, prestaciones institucionales, recursos disponibles y redes, que presentan en la vida cotidiana los cuidados. Ello subraya el valor de los mismos, debido a que son centrales para la producción, sostenimiento y reproducción de la vida social: para la constitución de subjetividades, la conformación del consenso social y la reproducción de un mundo común (García Selgas y Martín Palomo, 2021). La vida entonces, requiere inevitablemente de los cuidados y, más que una práctica, se posiciona como un indispensable para la vida en sociedad.
Habitamos, somos y sentimos en un mundo por definición interdependiente del entorno y de otras existencias, con realidades gestadas y sostenidas por y a partir de las diversas prácticas de cuidados. Las interacciones de la vida cotidiana se encuentran inmersas en redes complejas: aquí visibilizar el carácter relacional (y no unidireccional) de los cuidados (Herrero, 2013), permite observar que también es un trabajo que compromete la organización del tiempo, de costos financieros y emocionales, de esfuerzos, de las desigualdades que involucran, etc. (Cena, 2019). En esa compleja trama de relaciones disímiles e interdependientes comprendidas en el sostenimiento y producción de la vida -lo que da lugar a una ontología relacional (García Selgas y Martín Palomo, 2021)- toma centralidad también lo no humano. Lo que requiere desbordar el humanismo, incorporando una mirada pos humanista que contemple la participación de otros seres, de las tecnologías, del entorno, en los cuidados.
En este contexto que permite delinear, reconstruir y mostrar lo vital de los cuidados para la vida en sociedad, es necesario revisar las intervenciones estatales y los modos en que éstas los suponen y reproducen (Cena y Dettano, 2020). Las prácticas de cuidados son un recurso valioso no contabilizado como tal (Hochschild, 2008), incorporados desapercibidamente en algunas intervenciones estatales que los requieren como contrapartida. Ello sucede con las políticas sociales que buscan cortar con la reproducción intergeneracional de la pobreza y se asientan en una estructura de condicionalidades que es sostenida y posibilitada por las múltiples prácticas de cuidados que realizan las mujeres convocadas desde su rol de madres y titulares de las prestaciones. Tal es el caso de los conocidos y extendidos Programas de Transferencias Condicionadas de Ingresos en el Sur Global (De Sena, 2018).
Frente a ese escenario, los cuidados constituyen un trabajo que se realiza y asume desigualmente y que ha sido despojado de su centralidad, valor y desigual distribución. Este tipo de intervenciones estatales no solo reproducen y refuerzan una particular mirada en relación a los cuidados, sino que lo hacen alimentando perspectivas que los ocluyen y los dan por supuestos, sobre todo en contextos donde entran en juego otras desigualdades como las de género, clase, raza, edad, etc.
El convite, entonces, busca movilizar un lente que visibilice los despojos a los que los cuidados se han visto y se ven expuestos. Habilita a reconocer su centralidad, dotar de valor y relevancia toda esa serie de prácticas que involucran el sostenimiento de la vida en sociedad; y sobre todo, identificar que se encuentran desigualmente distribuidas y asumidas, lo que hace que determinados sectores ni sean privilegiados ni puedan ser indiferentes frente a los cuidados.
Ajustar el lente analítico desde las Ciencias Sociales, discernir los despojos que han afectado a los cuidados, lleva consigo señalar que sin estas prácticas no es posible la vida y que simultáneamente éstos se dan, generan y distribuyen de manera desigual. La reconstrucción, entonces, de una perspectiva crítica de los cuidados requiere observar las intervenciones estatales y, aunque resulte desencantante o molesto, re-asumir el compromiso por un ejercicio crítico desde las Ciencias Sociales.
Referencias
Cena, R. B. (2019). Discusiones en torno a los cuidados sociales:¿hacia una triple jornada? Reflexiones desde poblaciones destinatarias de políticas sociales. Aposta; Aposta. Revista de Ciencias Sociales; 81; 22-37
Cena, R., & Dettano, A. (2020). Emociones en torno a los cuidados sociales mediados por las políticas sociales. Entre el deber moral y la postergación. Investigación y Desarrollo, 28(1), 68-103.
De Sena, A. (Ed.). (2018). La intervención social en el inicio del siglo XXI: transferencias condicionadas en el orden global. Estudios Sociológicos Editora.
Herrero, Y. (2013). Miradas ecofeministas para transitar a un mundo justo y sostenible. Revista de economía crítica, (16), 278-307.
Hochschild, A. R. (2008). La mercantilización de la vida íntima: Apuntes de la casa y el trabajo Katz editores.
Selgas, F. J. G., & Palomo, M. T. M. (2021). Repensar los cuidados: de las prácticas a la ontopolítica. Revista Internacional de Sociología, 79(3), e188-e188.
Tronto, J. C., & Fisher, B. (1990). Toward a Feminist Theory of Caring. In E. Abel, & M. Nelson (Eds.), Circles of Care (pp. 36-54). SUNY Press.