2021 va a ser el año de la “segunda ola de respuesta” ante la crisis de la COVID-19, y su contenido y enfoque aún están por escribirse. Incertidumbre es la palabra clave. La incertidumbre acerca de la duración, profundidad y trayectoria de salida de la crisis hacen que en este 2021 las tensiones y necesidades financieras y fiscales cobren aún más importancia. Las medidas adoptadas en 2020 para abordar los problemas de financiación y sobreendeudamiento han resultado a todas luces insuficientes. Las necesidades de financiación se han disparado para cubrir los agujeros fiscales producto la caída de la actividad —superiores al 20%—, sumados a las mayores necesidades derivadas de la crisis, y el recurso a la deuda se ha convertido en la regla general. A nivel global, la deuda ha pasado del 84% del PIB al final de 2019, al 98% al final de 2020, el mayor crecimiento registrado en un solo año.
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