El 3 de febrero de 2021 el presidente Alberto Fernández de Argentina y el primer ministro de Portugal, Antonio Costa, mantuvieron una videoconferencia en el marco de la presidencia pro témpore que cada país ejercía, respectivamente, en el Mercosur y en la Unión Europea (UE). Se abordaron, sobre todo, las consecuencias de la crisis sanitaria global. Pero hubo espacio para otro asunto clave, aunque más específico: los obstáculos y desafíos en torno al cierre del texto, la ratificación y vigencia del Acuerdo de Asociación Mercosur-UE en sus tres componentes, de diálogo político, de cooperación y de libre comercio . Si bien ambos mandatarios coincidieron que el acuerdo es una “herramienta fundamental para afrontar la crisis actual”, algunos hechos recientes y la coyuntura política y económica del corto y mediano plazo parecen apuntar en sentido contrario. En junio de 2021 el texto acordado está aún sometido a la adecuación jurídica y la revisión técnica (legal scrubbing), tras lo cual debería ser ratificado por el Consejo de la Unión Europea, el Parlamento Europeo y los parlamentos nacionales de los Estados miembro del Mercosur y de la UE, y, en esta última, en los parlamentos regionales de algunos de ellos.
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