En los últimos quince años el auge del populismo a nivel mundial ha puesto el foco en el modo en que estos movimientos perciben el vínculo entre sus países y el exterior. En el caso de Europa, ello se expresa en el euroescepticismo del populismo europeo. En Sudamérica, en cambio, el populismo ha sido uno de los principales promotores de la integración. Este trabajo presenta un recorrido histórico sobre el vínculo entre populismo y regionalismo en Sudamérica, para luego ensayar una explicación acerca de la relación virtuosa entre ambos, desde la perspectiva de la teoría del populismo de Ernesto Laclau, en particular, la noción de antagonismo como fuente de dicotomización de la sociedad en dos campos enfrentados: pueblo y élites. El argumento es que el discurso del populismo sudamericano inscribe a la integración en el campo popular, adoptándola como una herramienta que permite antagonizar en forma simultánea con las oligarquías y el imperialismo, actores de cuya exclusión resulta la “patria grande” como proyecto de pueblo transnacional sudamericano. En Europa, en cambio, el discurso populista euroescéptico antagoniza con la integración regional, a la que considera una herramienta de las élites europeístas para introducir reformas que amenazan a la comunidad, y de cuya exclusión resulta un pueblo que coincide con el espacio nacional. Para finalizar, como resultado del análisis, se plantea y deja abierta la cuestión acerca de cómo el vínculo entre populismo e integración regional puede inscribirse en un antagonismo más amplio, entre universalismo y particularismo, especialmente pertinente en un contexto de crisis sistémica global.
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