A partir de 2020, la COVID-19 se convirtió en un problema global de salud pública de dimensiones descomunales. La región de América Latina y el Caribe (ALC) vio emerger la pandemia en un momento de agravamiento de brechas estructurales y fuerte descontento social. Los gobiernos reaccionaron para prevenir la propagación del virus de manera unilateral en la mayoría de los casos, pero algunas respuestas se engendraron a nivel regional y subregional.
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