La democracia es uno de los grandes conceptos a discutir dentro de las Ciencias Sociales. Su dificultad para describirla de manera completa ha generado diversos debates a académicos que han dedicado toda una vida. Tenemos varios ejemplos de ello, como Bobbio (1985), Sartori (2007) o Dahl (1989), entre muchos otros, a quienes debemos su concepción de la democracia como un conjunto de reglas procesales para la toma de decisiones colectivas con la búsqueda de la mayor participación posible.
En América Latina, el origen de la democracia está estrechamente vinculado a los procesos de independencia que las colonias españolas realizaron en el siglo XIX inspiradas en las ideas de la revolución francesa y estadounidense a través de líderes independentistas latinoamericanos, como Simón Bolívar y José de San Martín, que abogaron por la creación de repúblicas que adoptaran principios democráticos. Sin embargo, la implementación de estos principios fue irregular y muchas veces quedó eclipsada por dictaduras y caudillismos que caracterizaron gran parte de la historia temprana de la región.
El siglo XX fue un período tumultuoso para la democracia en América Latina. La primera mitad del siglo estuvo marcada por la inestabilidad política, con numerosos golpes de Estado y regímenes autoritarios. No fue sino hasta la segunda mitad del siglo que la democracia comenzó a consolidarse en muchos países de la región.
En la década de 1980, América Latina experimentó una transición significativa hacia la democracia, acuñada por Huntington (1994) como la “tercera ola de democratización”. Países como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, que habían vivido bajo dictaduras militares, comenzaron a establecer gobiernos democráticos. Este cambio fue impulsado por una combinación de factores, incluyendo presiones internas por reformas políticas y económicas, así como influencias externas como la caída del comunismo en Europa y la promoción de la democracia por parte de organismos internacionales.
A principios del siglo XXI, la mayoría de los países de América Latina habían establecido sistemas democráticos. Sin embargo, la calidad de la democracia y la eficacia de sus instituciones variaron considerablemente entre naciones. Mientras algunos países lograron desarrollar democracias estables y efectivas, otros continuaron enfrentando desafíos significativos como la corrupción, el clientelismo y la violencia política.
A partir de 2010, la democracia en América Latina ha enfrentado numerosos desafíos que han puesto a prueba la resiliencia de sus instituciones democráticas. Entre los problemas más destacados se encuentran la corrupción, la polarización política o la violencia.
Uno de los problemas más persistentes ha sido la corrupción. Escándalos de corrupción de gran escala han sacudido a varios países de la región, debilitando la confianza pública en las instituciones democráticas. El caso más emblemático es el de la constructora brasileña Odebrecht, que se vio involucrada en un esquema de sobornos que afectó a varios países de América Latina. Este escándalo no solo implicó a altos funcionarios gubernamentales, sino que también expuso la profunda infiltración de la corrupción en las estructuras del Estado y el sector privado en la región.
La polarización política también ha aumentado significativamente. En varios países, las elecciones se han convertido en campos de batalla ideológicos intensos, donde la retórica divisiva y la desinformación han exacerbado las tensiones sociales. En Brasil, la polarización ha sido evidente en las elecciones presidenciales friccionando las relaciones entre instituciones y sociedad hasta recordarnos otras épocas. Ejemplo de ello es el asalto a la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia por parte de seguidores del expresidente Jair Bolsonaro una semana después de la toma de posesión de Lula da Silva luego de la victoria electoral sobre el líder del Partido Liberal.
La violencia sigue siendo un problema crítico en la región. El narcotráfico y las pandillas han generado altos niveles de violencia en países como México, Colombia o Ecuador, lo que no solo afecta la seguridad ciudadana, sino que también socava el Estado de derecho y la confianza en las instituciones democráticas. La incapacidad de los gobiernos para abordar eficazmente la violencia ha llevado a la militarización de la seguridad pública en algunos casos, lo que a menudo resulta en violaciones de los derechos humanos. De esta situación es imposible no destacar el caso de El Salvador, que pasó de estar en el quinto puesto de países latinoamericanos con mayor tasa de homicidios en 2019 a ser el país con menores tasas en 2023, según el informe del centro de pensamiento InSight Crime (2024). Esta destacable reducción se enfrenta a denuncias sobre la situación de los prisioneros o el proceso de detención en donde, según el informe de la organización Socorro Jurídico Humanitario (2023), desde el año 2022 se han detenido de manera arbitraria a 26.250 personas.
A pesar de estos desafíos, también ha habido avances importantes. Movimientos sociales y protestas han desempeñado un papel crucial en la demanda de reformas y en la promoción de la transparencia y la rendición de cuentas. En países como Chile y Colombia, las protestas masivas han llevado a que se debatiesen procesos de reformas constitucionales y cambios en las políticas gubernamentales. Además, la sociedad civil y los medios de comunicación han continuado desempeñando un papel vital en la supervisión del poder y en la promoción de los derechos humanos y la justicia social.
La democracia en América Latina ha recorrido un camino largo y complejo, desde sus inicios inspirados en las revoluciones liberales del siglo XIX hasta los desafíos contemporáneos del siglo XXI.
Gráfico 1. Apoyo y satisfacción hacia la democracia (2010-2023)
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Latinobarómetro 2010-2023
En el gráfico 1, según los datos obtenidos por el Latinobarómetro en las olas de encuestas lanzadas desde 2010 hasta 2023, podemos observar que, aunque la democracia sigue siendo ampliamente apoyada por los ciudadanos, hay signos preocupantes de creciente apoyo a modelos autoritarios y un aumento en el desinterés por el sistema de gobierno. Además, la satisfacción con la democracia ha disminuido con el paso de los años remarcando aún más el deterioro de esta en la región. Finalmente, es preciso subrayar la necesidad de un dar un paso más en la dinámica regional que ofrezca esperanza para un futuro con una mayor calidad democrática para que en América Latina no solo haya “democracias extrañas y defectuosas, pero que sobreviven” (O´Donnell, 2010: 215).
Referencias bibliográficas
Bobbio, N. (1985): “El futuro de la democracia”, Estudios Políticos, 4(1). https://doi.org/10.22201/fcpys.24484903e.1985.1.60131
Dahl, R. (1989): La Poliarquía, Madrid, Tecnos.
Huntington, S. F. (1994): La tercera ola: La democratización a finales del Siglo XX, Barcelona, Editorial Paidós.
Insight Crime (2024): Balance de InSight Crime de los homicidios en 2023. Recuperado de: https://insightcrime.org/wp-content/uploads/2023/08/Balance-de-InSight-Crime-de-los-homicidios-en-2023-Feb-2024-2.pdf
OUDH (2023). Informe anual 2023: El Estado de los derechos humanos en El Salvador. Recuperado de: https://drive.google.com/file/d/1PQcEjq0NA9J9v3XmqNyYSb5ovg2h95Mx/view
Sartori, G. (2007): ¿Qué es la democracia?, Madrid, Editorial Taurus.
O´Donnell, G (2010): Democracia, agencia y estado, Buenos Aires, Prometeo.
Iván López Díaz es Doctorando en el Programa de Gobierno, Derecho y Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) @Ivan_LopezDiaz