El nuevo coronavirus nos encerró en las casas y a su vez rompió mamparas para ponernos ante los ojos lo mejor y lo peor que ofrecemos como sociedad. El confinamiento social es un sube y baja de emociones, cada veinticuatro horas, donde hay momentos de esperanza, silencio, risa, enojo, dudas, miedo, alegría, compasión: todas ellas muy humanas y necesarias para abrirle puerta a los múltiples aprendizajes que ofrece esta crisis que roba vidas, trabajos, calma y que vino a sacarnos para siempre de nuestra acostumbrada normalidad.
Si la crisis nos obligó a poner en pausa lo que considerábamos tan normal, es oportuno hacer que la pausa sirva para algo. Asumo el confinamiento social como un laboratorio de innovación educativa, en donde todos los días, desde nuestras casas, con recursos tecnológicos o sin ellos, tenemos la oportunidad de repensarnos, de cuestionar los propósitos de que hemos estado haciendo y la ruta que queremos trazar para durante y después de esta pandemia: de eso se trata la educación y el nuevo coronavirus vino a plantearnos una nueva forma de aprender, que transciende los entornos virtuales.
Reinventar la forma de enseñar y de aprender implica colaboración y humildad: el nuevo coronavirus nos coloca frente a un nuevo desafío para re-estructurarnos, donde la base del éxito es el trabajo en equipo y no tener miedo a equivocarse. La tarea más importante: que nadie se quede atrás. Bajo esa consigna oriento mi trabajo durante esta crisis, para soñar con esperanza en que sí podemos hacer que toda esta pandemia sirva para algo.
En el año 2016, motivado en trabajar por una educación de calidad para todas y todos, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, fundé Carretica Cuentera: una organización educativa que viaja por aulas urbanas y rurales de toda Costa Rica, con cuentos con finales abiertos, libros y una app móvil gratuita (Carretica) con el propósito de despertar la participación activa en las aulas de Primaria, la creatividad y la imaginación y con el objetivo de contribuir a cerrar la injusta brecha entre los que nacieron con más oportunidades y los que no.
El viernes 6 de marzo del año en curso, con el anuncio del primer caso de coronavirus en Costa Rica, se imponía pensar en nuevas formas de estructura de trabajo para Carretica Cuentera, echando mano de los recursos digitales ya desarrollados (la app educativa) y de la posibilidad de desarrollar nuevos productos que generen impacto positivo en nuestros públicos metas: niñas, niños, sus familias y por supuesto, sus maestras. Días más tarde, vino el cierre de los centros educativos, y con ello el inminente desafío de repensar, desde nuestro propósito como organización, cuál sería el camino a transitar durante la cuarentena.
La respuesta, en todo momento, ha sido la empatía. En una primera etapa y con apoyo de la app educativa Carretica Cuentera (disponible en PlayStore y AppStore) decidimos ofrecer trivias, audiocuentos, hojas para colear, sopas de letras y ejercicios de escritura creativa, para ser un apoyo para docentes y padres de familia y también motivar a niñas y niños el gusto por las letras durante este tiempo. Todos los contenidos generados están vinculados a la promoción de la paz, educación ambiental, educación financiera, salud, nutrición y esperanza.
Sin embargo, paralelo a la generación de contenidos digitales educativos y entretenidos para los más pequeños, trabajamos en una segunda etapa luego del Covid-19 que consiste en definir una estrategia para llegar a las aulas de aquellas poblaciones más vulnerables que no tienen acceso a estos recursos en sus casas y que volverán a las escuelas con un serio rezago.
El cierre de los centros educativos ampliará las brechas de rendimiento por nivel socioeconómico: las diferencias en acceso a tecnología y los ambientes del hogar influirán de manera negativa entre los que menos tienen. Es por eso, a recuperación de esta crisis exige creatividad, innovación y priorizar contenidos en las aulas.
Ya el sistema educativo estaba golpeado: teníamos pobres niveles de lectura desde la Primaria, una deficiente capacidad de razonamiento matemático y una escasa capacidad de resolución de problemas, por mencionar algunas de las deficiencias fundamentales. Sin embargo, la situación empeorará por mucho que las clases migren al mundo virtual. Los afectados serán los que menos tienen, debido a que en ellos, influye de manera negativa y directa las limitaciones de acceso a la tecnología, el apoyo de sus padres y la economía de sus hogares.
Un reciente informe de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) titulado “Efectos de la crisis del coronavirus en la educación” afirma que conforme se reducen los días de instrucción en escuelas y colegios, se impacta el rendimiento académico de niños y jóvenes en el corto y mediano plazo, se aumenta la exclusión escolar y, en el largo plazo, se traduce en menos oportunidades y menos salarios para los sectores menos favorecidos.
Estoy convencido, de que es necesario cambiar la escuela como la conocemos y de que esta crisis sea una buena oportunidad para dar el golpe de timón tan necesario y abandonar el modelo anticuado, no adecuado a las necesidades del siglo XXI.
¿Qué hacer post-cuarentena? Como primer eje de acción, es fundamental que niños y jóvenes, especialmente los de grupos de más riesgo, regresen a la escuela y permanezcan en el sistema educativo cuando se vuelvan a abrir las aulas. Es ahí el único lugar donde podrán hallar oportunidades para escalar socialmente, en un mundo que tendrá que aprender nuevas capacidades para enfrentar las crisis sociales y económicas que derivan de este nuevo virus y de lo que esté por venir.
En segundo lugar, los hacedores de política educativa y las instituciones no deben descuidar la formación del docente en el uso de las metodologías online y su interacción en el aprendizaje: Tienen que saber cómo se hace la docencia en línea, aprender metodologías adecuadas, personalizar la docencia a sus alumnos, e, incluso, crear sus propios recursos educativos. No sacar una foto con el celular de la fotocopia que entregarían en el aula. Eso no hace el aprendizaje a distancia efectivo.
Por último pero no menos importante, la creatividad y la capacidad de priorizar contenidos será crucial para el segundo semestre del año. Como señala el informe de OEI, “menos es más: si se sabe priorizar contenidos, la reducción del ciclo educativo podría tener un impacto más suave”. Los docentes tendrán no necesariamente que apegarse a lo que dicen los planes de estudio, sino a hacer que sus estudiantes dominen habilidades básicas para la vida, como el trabajo en equipo y la lectura.
¿De qué sirve que un estudiante recite de memoria X o Y contenido de una asignatura específica, si cuando lee no comprende nada del párrafo o ni siquiera alcanza a leer fluido entre una sílaba y otra? De nada sirve. Nunca ha servido, lo que pasa es que esta crisis nos exige reinvención para ayer. La magia sucederá cuando personas normales estén dispuestas, en equipos, a realizar lo extraordinario. De lo contrario, la brecha se hará más grande y los afectados seremos todos.