En estas fechas concluye el curso académico 2002-2023 y, con ello, la mayor parte de las personas becadas por la Fundación retorna a sus países de origen. No obstante, lejos de suponer un cierre de ciclo, el regreso implica la puesta en práctica de la “experiencia Carolina”, es decir, la aplicación de aquello que se ha aprendido en las aulas en el plano del conocimiento experto y la experiencia vital, y ambas dimensiones son importantes para la generación de valor e innovación social en el entorno comunitario en los países de origen. Esto es realmente lo que da cuenta del alcance de nuestras becas como un instrumento de cooperación avanzada: el impacto en el desarrollo que —en términos de “bien común”— impulsa la Fundación.
Conviene precisar que esta afirmación viene avalada por la evidencia empírica, toda vez que nuestra institución analiza con regularidad su trabajo formativo, a fin de perfeccionar su oferta académica y anticiparse a las demandas sociales de la región. Este ejercicio de evaluación se realizó por vez primera en 2011, cubriendo el universo de becarios/as de la primera década de vida de la Fundación; ya entonces se detectó la notable relevancia de las becas tanto en el plano profesional como personal de sus beneficiarios/as. Cinco años después se hizo una nueva evaluación, que confirmó los buenos resultados de la primera edición.
Pues bien, en esta ocasión se ha vuelto a acometer un estudio —realizado por una entidad de carácter independiente— que abarca el ciclo 2018-2022. Con la participación de casi 1.300 personas, incorpora algunas novedades metodológicas. La principal consiste en que, además de acudir a criterios de carácter personal y profesional, el informe pondera el impacto de las becas en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. Ello concuerda con la reorientación —iniciada en 2019— del programa de becas hacia la consecución de los ODS y la clasificación de los estudios de posgrado según las “5 P” en la que dichos objetivos se agrupan y ordenan: Personas, Planeta, Prosperidad, Paz, justicia e instituciones sólidas, y Partenariados.
El estudio aporta soporte empírico a esa positiva valoración del impacto de las becas: entre otros datos, el 98% de las personas encuestadas recomendaría a otras participar en nuestro programa de becas; el 80% afirma que la beca le ha permitido llegar a conocimientos a los que no hubiera podido acceder sin ella; al 85% le ha servido para intensificar sus relaciones interculturales, y el 55% considera importante o decisivo el efecto de la beca en su vida personal. En la dimensión cualitativa, el estudio apunta a la incorporación, por parte de una amplia mayoría de exbecarios/as, de enfoques de igualdad de género, de inclusión social, de desarrollo sostenible y de derechos humanos en sus ámbitos profesionales, así como una creciente toma de conciencia de la responsabilidad compartida en el progreso de la humanidad y el cuidado del planeta y otros valores cosmopolitas de la idea de ciudadanía global que subraya la Agenda 2030.
Por supuesto, el estudio también proporciona pistas para la mejora en ámbitos como la mejora de la oferta de programas docentes, ligados a las fronteras del conocimiento y la investigación; a la mayor participación de mujeres en las áreas STEM, o la necesidad de asegurar mayor presencia de estudiantes de áreas rurales. Precisamente, estos informes nos son útiles para detectar distintos tipos de brechas —económicas, de género, digitales o geográficas— y activar mecanismos correctivos que palien la infrarrepresentación académica de los colectivos menos favorecidos.
El estudio no solo trata de mejorar la efectividad del programa de becas. Es también un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas, imprescindibles en toda institución volcada en el progreso social, que se dirige a todos sus partícipes: las instituciones y empresas del Patronato, que financia su actividad en nombre de la sostenibilidad; las universidades, a cuya internacionalización y fortalecimiento responde también la actividad de la Fundación; las propias personas que han sido becadas y puedan serlo en el futuro; la Comunidad Iberoamericana, a cuyos mandatos también responde la Fundación, como entidad de la acción exterior española, y ante las sociedades iberoamericanas en su conjunto.
La presentación del estudio coincide, por lo demás, con la apertura de un nuevo micrositio, destinado a sistematizar de forma accesible, intuitiva y sintética los principales y más recientes hitos del programa de becas: nuevos programas STEM para mujeres; tasas de éxito en el porcentaje de defensas de tesis doctorales; adecuación de las disciplinas académicas a los ODS, criterios de selección basados en la excelencia, así como en el compromiso social, además de toda la información referida al impacto.
De acuerdo con estos contenidos, os invitamos a examinar nuestro desempeño; por nuestra parte, seguiremos trabajando para mejorar y adaptarnos a la evolución de la cooperación científica y cultural iberoamericana, cada vez más estrecha, densa y fructífera. Y es que, al igual que el retorno de nuestros becarios/as, este balance no refleja un punto de llegada, sino un punto de partida hacia la construcción de sociedades más justas, cohesionadas y sostenibles.