Usted tiene una dilatada trayectoria en instituciones europeas y estuvo implicada en las negociaciones del Acuerdo de París ¿Qué significó y qué aprendizajes ha sacado de esta negociación desarrollada en el 2015?
En efecto, tuve el inmenso privilegio de participar en la negociación del Acuerdo de París que, como todos sabéis, marca un antes y un después en la lucha contra el Cambio Climático, supone el compromiso internacional en la lucha contra el Cambio Climático. Antes hubo intentos previos, como el protocolo de Kioto, pero es verdad que hasta París, no hay un acuerdo a escala internacional. Marca una serie de objetivos muy claros que todos conocéis: intentar que la temperatura del planeta, que ahora está en 2 grados centígrados, sea de 1,5 grados. Esto implica una necesidad de actuar por parte de cada uno de los Estados firmantes. En la Unión Europea, como no podía ser de otra forma, siempre hemos tenido resolutivas más ambiciosas, incluso antes del Acuerdo de París. Nosotros llegamos a París con unos objetivos marco 2030 muy claros refrendados por el Consejo Europeo, y a partir de ahí estamos desarrollando políticas y medidas concretas para asegurar que reducimos gases de efecto invernadero, a través de distintos instrumentos – desde políticas que van enfocadas a reducciones de emisiones en el transporte, la energía, la agricultura -, y también intentamos asegurar que tenemos el marco adecuado para asegurar las inversiones necesarias para conseguir estos objetivos. El Acuerdo de París, primero marca un antes y un después; y segundo, nos obliga también a acelerar esas políticas necesarias para asegurar la transición energética y la reducción de gases de efecto invernadero en el contexto de este acuerdo.
¿Cómo entronca con el Pacto Verde Europeo, que es el elemento guía de la actual Comisión Europea, y desde el prisma de la energía, tema en el que trabaja más de cerca?
El Pacto Verde, para mí, tiene dos compromisos principales: el primero es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% en el año 2030, es decir incrementamos del objetivo de 40% que teníamos, al 55%; y segundo, incluye el compromiso de la UE para alcanzar la neutralidad climática en el año 2050. Para esto, lo que el Pacto Verde Europeo explica, es que a través de una serie de instrumentos jurídicos, (tenemos una Ley de Cambio Climático que ha sido adoptada por los legisladores, el Parlamento Europeo y el Consejo), donde vemos que es posible incrementar la ambición climática y segundo, también ponemos sobre la mesa como pensamos que se puede conseguir ese objetivo de manera más rentable y de manera socialmente justa. De hecho, hemos trabajado en un paquete importante de medias legislativas que se adoptaron el 14 de julio, que incluyen desde medidas referidas a los mercados de carbono, lo que se conoce con las siglas inglesas LTS, hasta objetivos mayores en energética y en energías renovables, y también un mecanismo de ajuste en frontera y una nueva propuesta sobre fiscalidad energética. Creo que es un paquete legislativo que va a poner también las bases para conseguir este objetivo y que esperemos que también atraiga a las inversiones necesarias. Hay una parte pública importante que son los planes nacionales de resiliencia y de recuperación ,que esperamos que sirvan de catalizador de la inversión privada, necesaria para conseguir el objetivo de 390.000 millones anuales adicionales a los que hemos tenido que invertir en la década anterior.
¿Qué implicación tiene para América Latina, región prioritaria para Fundación Carolina, este paquete de medidas y el Objetivo 55?
El Pacto Verde Europeo tiene una dimensión internacional importante, una dimensión externa. Nosotros repetimos un dato y es que la UE solo representa el 9% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero mundiales; por lo que tenemos que trabajar, negociar y comprometernos con países terceros, con todos nuestros socios internacionales, tanto desarrollados como en desarrollo, para trabajar juntos en la consecución del Acuerdo de París. Desde América Latina, con los que desde la Comisión Europea tenemos un diálogo continuo – yo en particular en el sector energético-, donde tenemos diálogos bilaterales con algunos países que están en sedes de organizaciones regionales como OLADE, y otras importantes con las que colaboramos a menudo; también trabajamos con ellos en el contexto de la Agencia Internacional de la Energía, en el contexto también de las negociaciones desde París, donde hay elementos importantes relativos a la política energética; y quizás aquí es importante destacar que la UE necesita a los países de América Latina, no solo para conseguir los objetivos, sino también para poder desarrollar el comercio de aquellos minerales que van a ser necesarios para las nuevas tecnologías que necesitamos en la UE para garantizar estos objetivos. Estoy hablando de minerales, tierras raras necesarias para las baterías en automóviles, en almacenamientos de energías renovables; por lo tanto, yo confío en que la energía del cambio climático sea un elemento que nos acerque más a los países de América Latina.
Este año tendremos la COP 26 en Glasgow, ¿cómo se vislumbra desde la UE y que expectativas hay sobre esta Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático?
Mi trabajo en concreto es sobre política energética, pero mis compañeros de la Dirección General de Acción por el Clima están preparando estas negociaciones y esperamos poder concluir todo lo pendiente del Acuerdo de París. La COP es un momento aparte de los objetivos específicos de negociación; es un momento importante de intercambio y de trabajo con todos aquellos países que están comprometidos con el Acuerdo de París. Hay una obligación de establecer, aparte de las agendas nacionales de reducción de emisiones, unas agendas de neutralidad climática a mitad de siglo; por lo que estas COP son momentos importantes para los llamados “side events”, donde se puede hablar de todos aquellos temas que están relacionados con los objetivos del Acuerdo de París y que pueden ayudar a acercar posiciones internacionales.
No podemos olvidar que este año, la COP y todos los eventos internacionales van a ser una especie de híbridos: la sede estará en Glasgow, y la UE tendrá un centro donde podrá celebrar eventos físicos, conectados con Glasgow. Desgraciadamente no vamos a poder trabajar todos en el mismo sitio por las restricciones COVID, pero confío en que el famoso Artículo 6 pueda ser concluido y que las COP sigan siendo el referente mundial para seguir avanzando en políticas de lucha contra el Cambio Climático.