¿Cuáles son los principales retos que afronta CAF una vez superados los peores años de la pandemia del COVID-19?
Como organismo multilateral regional, nuestra meta es convertirnos en el banco de la reactivación económica y social de América Latina y el Caribe para contribuir a una recuperación equitativa y justa de nuestros países.
Para eso, en los momentos más complejos de la pandemia de COVID-19, implementamos diferentes medidas como la cesión de créditos y recursos no reembolsables para estimular la reactivación productiva y la sostenibilidad de las finanzas públicas, así como el establecimiento de líneas de asistencia técnica para la rápida prevención, contención y atención de personas afectadas durante la emergencia. En Ecuador, por ejemplo, colaboramos con el fortalecimiento del plan nacional de vacunación y con el régimen de protección social del país, a través de dos préstamos por un total de 325 millones de dólares. Y en Perú, aprobamos un crédito sectorial por 120 millones para fortalecer el sistema de salud de ese país y mitigar los impactos de la pandemia en el área.
También trabajamos codo a codo con sectores como el de la economía turística que, en el contexto de la post pandemia, necesitó muchísima ayuda para contrarrestar los efectos devastadores del COVID-19. Con ese objetivo, creamos una nueva oficina, con sede en República Dominicana, para impulsar el desarrollo turístico de los países caribeños, que fueron los más afectados por la contracción del sector en 2020.
Tenemos la convicción de que la recuperación económica y social post pandemia solo es posible a través de la sinergia y la unión de esfuerzos entre los gobiernos nacionales y locales, los representantes del sector empresarial, las organizaciones sin fines de lucro, y los organismos de crédito, entre otros. Por eso, seguimos avanzando en la ampliación de nuestra estructura, para poder ofrecer más y mejor asistencia técnica y líneas de financiamiento a quienes lo necesiten.
Y, en ese sentido, el apoyo de los países de América Latina y el Caribe ha sido central en nuestra ampliación y en la expansión del alcance geográfico de CAF. En 2021, Costa Rica se incorporó a los accionistas de nuestra serie A, lo que permitió al país acceder a recursos financieros de largo plazo. Luego, en 2022, ingresaron a nuestro organismo Honduras y El Salvador, y Chile se reincorporó luego de 45 años de ausencia, recuperando su voz y voto en las decisiones institucionales del organismo.
¿Cuál es el compromiso de CAF con los Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS- y más en concreto con el Objetivo número 4: “Educación de calidad”?
La Agenda 2030 de Naciones Unidas, específicamente, a través de sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), representa en la actualidad la columna vertebral de la agenda de desarrollo internacional. Y su trascendencia en lo que hace a la implementación de marcos regulatorios globales justos, equitativos e inclusivos es central para la planificación pública y privada de todos los países participantes.
En ese sentido, nuestro compromiso como organismo multilateral de desarrollo para la región iberoamericana se centra en generar de manera ágil y organizada los mecanismos y herramientas necesarios para garantizar un financiamiento estratégico que esté alineado con los ODS. Por eso, desde CAF priorizamos, hace 10 años, el estímulo, la ampliación y el mejoramiento de la calidad educativa, así como su transformación e innovación en el ámbito digital.
Al respecto, el Objetivo número 4 de la Agenda 2030 plantea la necesidad de que, para el año 2030, los niños y niñas cuenten con las herramientas necesarias para finalizar sus estudios primarios y secundarios, en el marco de una educación gratuita, equitativa y de calidad. Desde CAF trabajamos en la expansión de la cobertura educativa en todos los niveles, con énfasis en el apoyo a estudiantes de familias de bajos ingresos, a través de distintos programas por más de 1.000 millones de dólares. Y aprobamos un plan por 260 mil millones para estimular la modernización tecnológica y de gestión de las administraciones educativas públicas en Argentina, República Dominicana y Uruguay.
El Objetivo número 4 busca además que todos los hombres y mujeres tengan garantizado el acceso igualitario a una formación técnica, profesional y superior de calidad, que les permita acceder a fuentes de trabajo decentes. En esa línea, desde nuestra organización implementamos programas de cooperación técnica con distintos organismos especializados en educación, como la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), junto a la que hemos realizado un diagnóstico post pandemia de COVID-19 sobre la situación de la educación superior en la región. El estudio llegó a una serie de conclusiones que ponderan la importancia de generar nuevos modelos pedagógicos que sean más flexibles y personalizados; así como garantizar el acceso a equipamiento tecnológico, y seguir contribuyendo a la formación técnica en habilidades digitales de los docentes.
¿Cómo plantea CAF convertirse en el “Banco verde” de América Latina y el Caribe?
El concepto de “Banco Verde” de América Latina y el Caribe surge a partir de lo que fue el incremento patrimonial más grande de nuestra historia por 7 mil millones de dólares que, además de permitirnos duplicar nuestra cartera en los próximos años, nos planteó el desafío de transformar la estrategia regional de CAF en una basada en la acción climática, la conservación de la biodiversidad, la transición energética y la promoción de soluciones basadas en la naturaleza.
Así, impulsamos proyectos e iniciativas con responsabilidad ambiental y social, que además aportaran a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, con el objetivo certero de pasar del 24 por ciento de financiamiento para el sector verde, en 2020, al 40, en 2026.
Este compromiso se vio también cristalizado en nuestra participación en la COP26 de Glasgow, en noviembre de 2021, cuando anunciamos que destinaríamos 25 mil millones de dólares para incrementar la resiliencia climática, fortalecer la conservación de los ecosistemas naturales, y reforzar el trabajo coordinado entre gobiernos, sociedad civil, ONGs, sector privado y otros actores en la materia.
Para eso, estipulamos una serie de líneas estratégicas que incluyen intervenciones en capital natural y medidas de mitigación y adaptación al cambio climático; alianzas estratégicas con inversionistas y aliados internacionales como fondos especializados; e instrumentos financieros novedosos para optimizar el uso del capital.
Esas líneas también contemplan el establecimiento de nuevas alianzas con fundaciones, universidades y otros actores para intercambiar conocimientos; el financiamiento verde en mercados de capitales, bajo nuestro Programa de Bonos Verdes; y el estímulo de modelos empresariales de producción sostenible y resiliente, que cumplan con los compromisos de reducción de gases y potencien la productividad, la innovación y la digitalización.
Dos ejemplos que considero muy gráficos para explicar nuestra estrategia verde en la región son la iniciativa para la conservación de los océanos y la Red de BiodiverCiudades. La primera surge como parte de nuestro aporte para promover la economía azul, y consta de un financiamiento por 1.250 millones de dólares para impulsar las cadenas de valor de la pesca y el turismo en las zonas costeras. América Latina y el Caribe cuenta con una de las áreas marinas productivas más importantes del mundo, y tiene una biodiversidad absolutamente única. Por eso, desde CAF pretendemos acelerar los procesos de acción climática para posicionar a la región como líder en la lucha contra el cambio climático y en la preservación de la salud de los océanos.
En cuanto a la Red de BiodiverCiudades, la iniciativa busca propiciar espacios de discusión e intercambio al nivel de los gobiernos locales para generar el cuidado y la conservación de la biodiversidad en las ciudades. Ya contamos con la adhesión de más de 116 alcaldes y alcaldesas, y esperamos seguir contribuyendo a la planificación y el ordenamiento territorial de más ciudades de la región.
¿Qué recuerdos conserva Christian Asinelli de su etapa como becario de la Fundación Carolina y cómo marcó esta etapa su carrera profesional?
Los programas de la Fundación Carolina representan un gran impulso para aquellas personas que tenemos vocación por lo público, en parte, porque promueven la oportunidad de generar redes, pero también de conocer la cultura y las instituciones de España y Europa, y de estrechar lazos más profundos que, en mi caso, han perdurado con el paso del tiempo.
Esos vínculos me han permitido hacer un aporte a las relaciones entre América Latina y España desde los distintos roles que he desempeñado en mi vida profesional, a través de la promoción de los programas de la Fundación.
Siempre estaré agradecido por el impulso de esas iniciativas y las oportunidades en los momentos iniciales de mi carrera profesional.