La pandemia del COVID-19 y la guerra en Ucrania han dejado de manifiesto que el mundo necesita con urgencia renovar los espacios de cooperación para abordar y resolver los desafíos globales, que van desde el cambio climático y la transición energética hasta la estabilidad de la economía mundial. Desde la CEPAL creemos firmemente que ningún país, región o continente puede enfrentar estos retos de manera individual. A la vez, para que la voz de América Latina y el Caribe pueda escucharse y pueda incidir en el escenario mundial, la región debe encontrar temas alrededor de los cuales, más allá de las diferencias, los países se aglutinen y encuentren mensajes y áreas de acción comunes.
Las crisis en cascada que han golpeado a la región han creado una verdadera crisis del desarrollo: una desaceleración del crecimiento que en 2023 se espera sea de solo 1,3%, que completará una década en la que el crecimiento promedio de la región habrá sido de solo 0,9%, menos que el 2% de la década perdida de los años ochenta. Este bajo crecimiento y desaceleración recientes han tenido efectos importantes sobre el desempleo, la pobreza y la desigualdad. Por lo tanto, si hay un tema que puede y debe aglutinar el interés de todos los países es el de la reactivación económica y el de la creación de empleo, dos de las principales fuentes de movilidad social. Pero no basta reactivar, las poblaciones de los países desean también transformar su modelo de desarrollo hacia uno más productivo, inclusivo y sostenible.
Con base en este diagnóstico básico, desde la CEPAL hemos propuesto el gran objetivo de “reactivación con transformación”, para lo cual vemos dos grandes avenidas: i) incidir en áreas de política que son centrales para el desarrollo (desarrollo productivo/políticas industriales, reducción de desigualdad, políticas sociales, integración económica, educación y formación profesional, entre otras). Y ii) trabajar en el aprovechamiento de un conjunto muy claro de oportunidades para el crecimiento, la generación de empleo y la sostenibilidad. Estas áreas de oportunidad incluyen: transición energética (solar, viento, hidrógeno verde, litio); electromovilidad urbana, en una región en la que el 80% de su población vive en áreas urbanas; economía circular; bioeconomía (agricultura sostenible, recursos genéticos, bio-industrialización); industria farmacéutica y de ciencias de la vida; industria de dispositivos médicos; exportación de servicios modernos habilitados por las TIC; fabricación avanzada; igualdad de género y sociedad del cuidado; gestión sostenible del agua; y turismo sostenible. Esta lista de oportunidades es ilustrativa, otras pueden agregarse, pero todas son áreas de gran oportunidad, no solo para el crecimiento sino para la colaboración y las alianzas estratégicas en el ámbito internacional.
Es por eso que estamos planteando que la agenda de asociación internacional entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE), de cara a la próxima cumbre de julio de 2023, se enfoque, entre otras, en estas áreas de inversión, financiamiento y cooperación. La UE es un socio ideal de América Latina y el Caribe para fortalecer alianzas estratégicas y de colaboración en áreas como éstas, basadas en objetivos, valores y agendas compartidas.
En las últimas dos décadas, el diálogo político y la cooperación entre ambas regiones han permitido alcanzar logros globales importantes: la aprobación de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el Acuerdo de París y el Acuerdo sobre Biodiversidad, hitos que demuestran la centralidad de los valores compartidos a ambos lados del Atlántico.
Asimismo, ambas regiones han construido una compleja red de “acuerdos de asociación”, abordando temas comerciales, de inversiones y de cooperación. La UE es el tercer mayor socio comercial de América Latina y el Caribe, después de Estados Unidos y China. En la actualidad, existen acuerdos comerciales vigentes con 25 países de la región, número que podría ampliarse a 29 si se concreta el acuerdo UE-Mercosur. Por otro lado, América Latina y el Caribe es el quinto socio comercial de la UE después de China, Estados Unidos, Reino Unido y Suiza.
Asimismo, la UE y sus Estados miembros están entre los principales donantes para la cooperación para el desarrollo en América Latina y el Caribe. En los últimos años, la UE ha actualizado su marco de cooperación para el desarrollo tomando en cuenta las necesidades de los países de América Latina y el Caribe. En el periodo presupuestario 2021-2027, la UE ha destinado 3.395 millones de euros a programas regionales y bilaterales enfocados en áreas prioritarias como el cambio climático, la digitalización, el desarrollo humano, la migración y la educación.
En 2019, frente al cambiante panorama mundial, el Servicio Europeo de Acción Exterior actualizó sus lineamientos respecto a América Latina y el Caribe. En particular, se propuso una asociación estratégica horizontal para abordar conjuntamente los desafíos del desarrollo. Así, en el periodo reciente, el diálogo político entre ambas regiones se ha reanudado, colocando al centro de esta asociación una agenda renovada, focalizada en la transición verde, la transformación digital, la infraestructura y la conectividad, la salud, la seguridad alimentaria y el fortalecimiento del multilateralismo.
Los países de nuestra región están buscando la reactivación con transformación de sus modelos de desarrollo hacia patrones de crecimiento más productivos, inclusivos y sostenibles. Estos objetivos, que se expresan en los ODS, han generado un amplio consenso. Las inversiones internacionales serán clave y Europa, y las empresas europeas, han sido y podrán ser aún más, una fuente de nuevo capital para impulsar industrias y avanzar en la sofisticación tecnológica en sectores como los mencionados.
La Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe y la UE que se realizará en Bruselas en julio de 2023 es una oportunidad única para fortalecer y actualizar la “asociación estratégica birregional” sobre estas bases, no solo de valores compartidos, sino de aprovechamiento de oportunidades. Y debemos recordar que podemos ver a estos sectores no solo como áreas de oportunidad para el crecimiento, sino como áreas de esperanza para amplios segmentos de las poblaciones de la región fuertemente golpeados por el bajo crecimiento de una década y las crisis en cascada recientes.
Desde la CEPAL, coincidimos en la necesidad de avanzar en esta dirección, con una alianza política y técnica, basada en prioridades definidas en conjunto con actores públicos y privados, que permitan aprovechar las oportunidades de inversión y generar nuevos e innovadores instrumentos de cooperación internacional.
Además, muchas de estas áreas son también temas en los que América Latina y el Caribe y Europa pueden plantear visiones y mensajes comunes en foros multilaterales, con lo cual la próxima Cumbre podría constituirse también en un espacio de acción que permita aunar esfuerzos y sentar las bases para un renovado sistema multilateral capaz de responder a los desafíos del siglo XXI.