“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer o escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender.”. Esta frase del sociólogo norteamericano Alvin Toffler ilustra perfectamente la situación en la que nos movemos día a día como sociedad. Y la política educativa no puede quedar al margen de lo que es ya cotidiano y uso habitual en el comportamiento social.
Sensible a este hecho, el gobierno de España presentó la hoja de ruta para la transformación digital de nuestro país a través del Plan Nacional de Competencias Digitales del que me permito extraer unas conclusiones de su resumen ejecutivo: “La adquisición y el desarrollo de competencias digitales se erige, como una de las prioridades clave del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia…. Un proceso que ha de tener una aproximación inclusiva, dirigiéndose a mejorar la capacitación de todos y todas… En este proceso, la implicación de los sistemas de educación y formación profesional son esenciales para llegar a todas las personas, desde los más jóvenes, hasta las personas adultas que requieren cualificación, recualificación y refuerzo de competencias digitales que respondan a las nuevas demandas ambientales y sociales.”.
Por lo tanto, el objetivo es muy claro: reforzar la digitalización para aumentar la productividad y el crecimiento económico, impulsar la creación de empleo de calidad y conquistar los mercados exteriores. Y en ese marco de actuación se encuentra el Plan de Digitalización y Competencias Digitales del Sistema Educativo que desarrolla el Ministerio de Educación y Formación Profesional en cooperación con las Administraciones educativas para la dotación de medios digitales para los centros educativos, los docentes y el alumnado, el desarrollo de la competencia digital con programas de formación específicos, recursos educativos digitales y el desarrollo de metodologías y competencias digitales avanzadas.
Porque, creo que estaremos todas y todos de acuerdo que, el desarrollo de la competencia digital no supone solamente el dominio de los diferentes dispositivos y aplicaciones. El mundo digital es un nuevo hábitat en el que la infancia y la juventud viven cada vez más: en él aprenden, se relacionan, consumen, disfrutan de su tiempo libre.
Y en este sentido, nuestra obligación es también garantizar el derecho a la educación digital del alumnado, que ha de asegurar su plena inserción en la sociedad digital y el aprendizaje de un consumo responsable y un uso crítico y seguro de los medios digitales, respetuoso con la dignidad y los derechos humanos.
Es conveniente recordar que, la nueva Ley de educación establece el desarrollo de un currículo basado en competencias. Y una de ellas es la competencia digital, esto significa que al acabar la educación obligatoria, el alumno debe tener competencias para ejercer una ciudadanía digital, lo que implica el uso seguro, saludable, sostenible, crítico y responsable de las tecnologías digitales para el aprendizaje, en el trabajo y para la participación en la sociedad, así como la interacción con estas.
Pero para conseguir estos objetivos también es necesario que el equipo docente y los propios centros educativos estén formados. Y en esta tarea el Ministerio se ha centrado en los siguientes objetivos:
La elaboración y difusión de materiales en soporte digital y audiovisual de todas las áreas de conocimiento, con el fin de que las tecnologías de la información y la comunicación sean un instrumento ordinario de trabajo en el aula para el profesorado de las distintas etapas educativas.
La realización, en colaboración con las Comunidades Autónomas, de programas de formación del profesorado específicos para el desarrollo de la competencia digital mediante la aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación en el ámbito de la educación no universitaria.
Y finalmente, el desarrollo y mantenimiento evolutivo de aplicaciones, plataformas y portales para el ámbito educativo, así como la creación de redes sociales y comunidades de práctica docente para facilitar el intercambio de experiencias y recursos entre el profesorado.
El sistema educativo español se encuentra con una oportunidad excepcional para el desarrollo de la competencia digital. Por una parte, una nueva Ley de educación y su desarrollo normativo de un nuevo currículo educativo, sabemos que hacer y cómo y es un conocimiento cada vez más compartido por la comunidad educativa. Y, por otra, cuenta con una financiación extraordinaria con cargo al Mecanismo de Transformación y Resiliencia y de otras inversiones en infraestructuras, como la generalización de la conectividad por banda ancha de alta velocidad en los centros educativos.
Solo así conseguiremos, como dijo el profesor Ian Jukes: “Preparar a los estudiantes para su futuro, no para nuestro pasado”.