Movimiento, movilizarse, movilidad. Las palabras evocan sensaciones diferentes. ¿De qué quiero hablar cuando digo movimiento? Por un lado, me refiero a eso que nos moviliza por dentro, a causas sociales que nos mueven y nos hacen activar. Movimiento en sentido amplio incluye a quienes se quedan en su pueblo o en su ciudad pero que encuentran una causa que les moviliza y la hacen su motor para accionar. Por otro lado, hablo del movimiento en sentido más literal, de las personas que se mueven fuera de su lugar de origen: que migran. Algunas de nosotras nos movimos voluntariamente, pero muchas otras lo hicieron forzadamente, por realidades personales, sociales, políticas y ambientales insostenibles.
¿Qué nos mueve? ¿Qué me mueve? Me mueve lo que me rodea, me mueve lo que me duele. El dolor es el principal impulsor para movernos, para salir, para hacer y arriesgar. En un mundo que nos interpela, nos sobrepasa y no sabemos qué hacer. Para mí la respuesta es moverme y moverme desde mis habilidades, conocimientos y privilegios. Siempre me dolió lo que veía: la pobreza, la violencia, la desigualdad. Todo eso me dolió tanto, que me hizo moverme. Cuando algo me mueve no encuentro una respuesta mejor (desde mis privilegios) que estudiar, como ese intento de hacer algo, que cada quien canaliza como puede. Por eso decidí estudiar Derechos Humanos.
Tuve el privilegio de moverme con privilegios. En el camino me encontré con demasiadas personas que se habían movido, tan lejos como yo. Pero muchas que no se habían movido con mis mismos privilegios, y me encontré con nuevos dolores. Me empezaron a doler nuevas realidades, que antes desconocía, y a movilizar nuevas causas.
Muchos cruzamos el mar, no todos lo hicimos de la misma forma. La Organización Internacional de las Migraciones (OIM) documentó 50.000 vidas perdidas durante procesos migratorios entre 2014 y 2022, de ellas 25.104 fueron en el mar mediterráneo (“Missing Migrants Project”, OIM). Siguiendo un poema de Elvira Sastre sobre el mar: no se si puedo amar un lugar que también es huida y tumba de tantas vidas.
¿Qué me duele? Me duele la forma en que se ve a las personas que se mueven, especialmente las que lo hacen sin mis privilegios, y con mucha valentía. Discriminación y migración son dos conceptos que van de la mano. Se diferencian muy claramente dos grupos de personas migrantes. Hay una migración romantizada, incluso tan romantizada que se banalizan las dificultades. Del otro lado, hay una migración demonizada. La distinción se basa esencialmente en el origen, nacionalidad y clase social de las personas, entrando en juego la interseccionalidad de los factores. El discurso político se llena de estos mensajes, situando al inmigrante, especialmente ciertos grupos de inmigrantes, como enemigo, en la versión más básica de la dialéctica amigo-enemigo. Esto se traduce en discursos de odio, racismo, violencia, y en políticas migratorias selectivas.
En un mundo en donde se vinculó al concepto de migrante con connotaciones negativas, me gusta resaltar los términos movimiento y movilidad. Es importante que los conceptos y el lenguaje incluyan y no excluyan. En mi tiempo en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) tuve la suerte de trabajar con este tema y me gustan mucho los términos que se utilizan: movilidad humana, personas en situación de movilidad humana, contextos de movilidad humana, etc. Resaltan el movimiento y lo desmitifican. Que quede claro: nos movimos siempre, desde siempre, y nos seguiremos moviendo siempre. Los contextos, las causas, las formas y las connotaciones son las que cambian.
Para mi hablar de la situación de las personas migrantes es hablar de movimiento en los dos sentidos que mencioné. Es, al mismo tiempo, movimiento en su sentido más literal y es a su vez una causa social que personalmente me moviliza y me invita a moverme. Y cuando algo me moviliza, de nuevo no se me ocurre otra respuesta mejor que estudiar. Por eso, comencé un Máster en Inmigración en España. Y aunque mi respuesta, casi automática, sea estudiar; siempre es importante, aunque sea desde un pequeño espacio, pasar a la acción. Con otras tres mujeres que saben mucho de movimiento, empezamos a construir un proyecto que nos mueve, y que se destina específicamente reivindicar y acompañar a quienes se mueven. SomosMovimiento es un proyecto que estoy co-creando, que consiste en un equipo interdisciplinario de abogadas y psicólogas que brindan asesoramiento y acompañamiento, desde una perspectiva de derechos humanos, a personas en movimiento, es decir a aquellas que hayan emigrado/inmigrado o busquen hacerlo.
Me gustaría agradecer el espacio a Fundación Carolina y finalizar citando un fragmento de la canción “Movimiento” de Jorge Drexler:
Somos una especie en viaje
No tenemos pertenencias, sino equipaje
Vamos con el polen en el viento
Estamos vivos porque estamos en movimiento
Nunca estamos quietos
Somos trashumantes, somos
Padres, hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes
Es más mío lo que sueño que lo que toco