Editoriales

Mujeres Líderes Iberoamericanas: visibilizar, debatir, construir futuros de igualdad

Mujeres Líderes Iberoamericanas: visibilizar, debatir, construir futuros de igualdad

La diversidad de experiencias, saberes y demandas de los feminismos del Sur expresa realidades contrastantes a la vez que pone de manifiesto su riqueza, vivacidad y fuerza para impulsar el cambio político y cultural.  El desafío es encontrar puntos de contacto entre los feminismos, tejer alianzas que les permitan articularse para incidir en las políticas públicas y transformar las prácticas sociales.

Consciente de ello, dentro de su agenda de actividades para el año 2022, la Fundación Carolina previó reactivar el programa de Mujeres Líderes Iberoamericanas, una iniciativa clave de cooperación y diplomacia pública que estuvo activa entre 2004 y 2011, instituyendo un espacio de reflexión e intercambio de experiencias sobre cuestiones de género, en la que participaron más de un centenar de políticas, activistas y expertas en la materia, propiciando una red con voz propia a ambos lados del Atlántico.  En esta línea, una de las actividades institucionales más significativas del mes consistió en congregar, entre el 17 y el 21 de octubre, a participantes de trece países de América Latina para reanudar el programa y compartir colectivamente inquietudes y reflexiones en torno a cinco ejes claves que enfrenta la creación y consolidación de democracias igualitarias.

El primer eje fue cartografiar estrategias de actores conservadores y reaccionarios que amenazan a los derechos humanos de las mujeres, especialmente, los derechos de salud sexual y reproductiva, para generar resistencia e impulsar acciones. En varios países de la región estos derechos no existen y corresponde idear acciones para sensibilizar a la opinión pública a la vez que incidir en las instituciones democráticas para conseguir su normativización. En otros países, donde tales derechos están conquistados, toca asegurar el acceso a bienes y servicios públicos vinculados a dichos derechos en todo el territorio, y construir alianzas de apoyo con movimientos y asociaciones de los países vecinos para contribuir a su regulación regional.

El segundo eje pasó por descubrir y comparar políticas públicas que se están desarrollando para construir masculinidades feministas. Las violencias de género reclaman acciones punitivas, pero también preventivas. No basta con tener leyes paritarias, sino que hay que cambiar la cultura, prácticas de socialización, y ofrecer modelos alternativos y positivos desde los cuales se puedan edificar identidades masculinas comprometidas con la igualdad. Es urgente incorporar a los hombres como agentes de transformación social. 

El tercer eje vertebrador del debate fueron los cuidados. Asumiendo el valor central del trabajo reproductivo como base indispensable sobre la que se levanta el trabajo productivo, nos preguntamos cómo otorgar reconocimiento y valor social a los cuidados, qué tipo de institucionalización y provisión pública pueden facilitarse en países con rentas medias, cómo financiarlos, y de qué modo fomentar el reparto de los cuidados en contextos donde roles tradicionales de género son los dominantes. Es evidente que en los últimos años las mujeres se hacen presente no solo en la esfera privada sino también en la pública; sin embargo, no se visualizan más hombres en la esfera privada. En un contexto pospandémico la agenda de cuidados puede servir como punto de confluencia y eje de una estrategia política por la igualdad.

Enlazado a lo anterior, el cuarto eje evidenció las trabas estructurales, culturales y psicosociales que bloquean la autonomía económica de las mujeres: de qué modo se han normalizado la división sexual del trabajo, cómo se han naturalizado, vía socialización primaria, los roles de género, y cómo se cristalizan jerarquías de poder que conceden estatus. La carencia de poder expresa una menor autonomía en el trabajo, menor autoridad sobre otras personas, menos privilegios y respetabilidad. La discusión sobre la disputa del poder reapareció como un vertebrador de la autonomía de las mujeres.

El quinto eje abordó los desafíos de compatibilizar reivindicaciones de igualdad de género y sostenibilidad sin caer en esencialismos ni lugares comunes. ¿Cómo dialogan los feminismos con el ecologismo? Por un lado, se pusieron en valor experiencias de desarrollo y emprendimiento de mujeres en armonía con la naturaleza y se trató de la importancia de proteger a defensoras que en el Sur global aspiran a proteger bienes comunes como ríos y tierras fértiles. Por otro lado, se expresó el malestar y la preocupación de que el discurso de la sostenibilidad pudiera ser resignificado y vaciado para ser utilizado contra reclamos populares y de las mujeres.

Construir espacios como el referido programa, donde mujeres diversas puedan compartir sus vivencias, conocimientos y trayectorias resulta necesario, urgente y clave para una cooperación feminista por varias razones.  En primer lugar, porque evidencia la heterogeneidad de la región latinoamericana, es informativo y desmonta falsas ideas que se puedan tener sobre dichas realidades. En segundo lugar, porque permite a mujeres que atraviesan diversos tipos de violencias en su día a día coger impulso y energía de las otras, tejer redes de confianza y cuidado mutuo. En tercer lugar, porque del afecto y respeto que surge del compartir tiempo, dolor y saberes con otras, brotan acciones de resistencia y se abre el camino para planificar acciones integradas. Como afirmaba en la apertura de la agenda el director de la Fundación Carolina, “si no es feminista, el nuevo pacto social no será ni nuevo ni social”.

Tras el éxito de la recuperación del programa, la institución dotará de continuidad anual al mismo, impulsando la presencia y el protagonismo decisorio de las mujeres, tanto en esta área de Cooperación y Liderazgo, como en los programas de Formación, y de Estudios y Análisis, en los que su voz, reclamos y objetivos resultan prioritarios para avanzar en la agenda progresista de la cooperación iberoamericana.   

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