Diálogos con América Latina

“Presentación de la XXVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno”

“Presentación de la XXVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno”

Lugar y fecha de celebración:

Casa de América, Madrid, 8 de noviembre de 2018

Participan:
  • Juan Pablo de Laiglesia, secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica y el Caribe (SECIPIC) del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación
  • Mónica Bolaños, directora general de Relaciones Internacionales, Multilaterales y Económicas de Guatemala y Coordinadora Nacional Adjunta de la Cumbre
  • Rebeca Grynspan, Secretaria General Iberoamericana
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El 8 de noviembre se celebró el segundo seminario del ciclo “Diálogos con América Latina”, organizado por la Fundación Carolina, la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica y Caribe (SECIPIC) y la Casa de América. El encuentro, moderado por el director de la Fundación Carolina, José Antonio Sanahuja, sirvió como “Presentación de la XXVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno”, que se celebra los días 15 y 16 de noviembre en La Antigua (Guatemala. Contó con la presencia de Mónica Bolaños, coordinadora nacional guatemalteca de la Cumbre; Juan Pablo de Laiglesia, secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica y el Caribe (SECIPIC), y Rebeca Grynspan, secretaria general iberoamericana (SEGIB).

En la presentación del Diálogo José Antonio Sanahuja señaló que las Cumbres Iberoamericanas son un acontecimiento de singular relevancia para la región, así como para la diplomacia multilateral.

Ante la celebración de su vigesimosexta edición en Antigua (Guatemala) se hace preciso reivindicar su vigencia en tanto preservan una visión de la diplomacia de perfil universalista, donde el acomodo entre la defensa de los intereses nacionales y el fomento de la acción colectiva internacional resulta viable. Bajo este enfoque, destaca el ejercicio de la diplomacia “de cumbres”, las cuales —pese a acarrear ante la opinión pública una imagen de inoperancia— encarnarían en el plano internacional la expresión de lo que Jürgen Habermas denomina “democracia deliberativa”.

En efecto, la única forma de ir construyendo de forma legítima una arquitectura de gobernanza global pasa por establecer acuerdos surgidos del diálogo (el arma diplomática por excelencia): de una conversación que además reconozca la pluralidad y la diversidad de visiones que existen en el plano global, punto crucial en el presente contexto de repliegue nacionalista, de rechazo al otro, donde proliferan discursos supremacistas, de exclusión y, en definitiva, de puesta en entredicho de las sociedades abiertas. Esta significación —tal y como señaló José Antonio Sanahuja— queda ilustrada en la experiencia de las Cumbres y vuelve a plasmarse con nitidez en el lema de prosperidad, inclusión y sostenibilidad que preside la reunión de 2018, conectándola directamente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.

La preparación de la Cumbre

La embajadora Mónica Bolaños tuvo oportunidad de explicar los motivos por los cuales Guatemala, ya desde el año 2015 —cuando el país era aún un candidato a obtener la secretaría pro témpore— se decantó por este enunciado. La ambición consistió no solo en dotar de continuidad a los compromisos suscritos hacia los ODS por la totalidad de los países en Naciones Unidas, sino en definir unos ejes de actuación que permitiesen su aplicación práctica en el ámbito iberoamericano. Y es que la vocación integral de la Agenda 2030 y su enfoque transversal requieren de instrumentos y mecanismos que faciliten su implementación, tanto en el plano nacional como supranacional.

Ceñidos al marco iberoamericano, la embajadora Bolaños dio cuenta de los distintos encuentros sectoriales preparatorios, en los cuales se negocian y consensuan los mandatos que se proponen en la Declaración oficial de cada Cumbre. La envergadura del sistema ha cobrado tal dimensión que en la actualidad se celebran hasta treinta y cinco reuniones previas, entre las que se encuentran, por ejemplo, las de los ministerios de Justicia, Cultura, Administración Pública, Trabajo o Educación y Ciencia, además del encuentro empresarial que se realiza inmediatamente antes de las Cumbres.

Ahora bien, en esta ocasión y bajo el impulso de la secretaría pro témpore se han introducido tres nuevas citas, con vocación de permanencia, que han proporcionado insumos adicionales a la misma: la reunión de altas autoridades de los pueblos indígenas, la conferencia ministerial de Economía y Turismo y el encuentro de centros de pensamiento iberoamericano. Todas estas convocatorias no perdieron la perspectiva de la Agenda 2030, ante todo en lo relativo al debate sobre los nuevos modelos de gobernanza y cohesión social, de educación, conocimiento y cultura y de innovación para transitar hacia fórmulas de producción sostenibles.

Propuestas hacia los ODS

El secretario de Estado de la SECIPIC, Juan Pablo de Laiglesia, se detuvo asimismo en la relevancia de que la Cumbre se ajustase a la letra de los ODS, por cuanto ello manifiesta que la Comunidad Iberoamericana hace suyos tales objetivos y se lanza a proponer medidas concretas de cooperación regional. Ciertamente, su puesta en práctica resulta complicada debido a su imbricación con las políticas públicas de cada rama ministerial, además de por su afán transformador, que supone activar cambios estructurales y de mentalidad profundos. No obstante, de la Cumbre se extraen un conjunto de sugerencias de notable impacto para su consecución. Entre ellas, destacan:

  • El propósito de implantar una perspectiva global de desarrollo que construya una arquitectura multidimensional para la cooperación, que rebase los métodos tradicionales de clasificación por países (en particular, el que obedece en exclusiva a la referencia al PIB). En este sentido, ha de tenerse en cuenta la diferencia sustantiva entre las Cumbres que se celebraban hace décadas —marcadas por la división entre donantes y receptores— y el momento actual, en el que una gran parte de los países iberoamericanos se encuentran en un plano de igualdad a la hora de compartir experiencias y trabajar en los ámbitos que fija la Agenda 2030.
  • El protagonismo que se otorga a las comunidades indígenas y afrodescendientes en los planes nacionales y regionales de desarrollo. Todos los países se han comprometido a reforzar la participación de estas comunidades en la definición de programas regionales, dando cumplimiento al impulso resolutivo de Guatemala como titular de la secretaría pro témpore.
  • La necesidad de continuar perfeccionando la gobernanza y el fortalecimiento institucional. Este punto expresa una recomendación constante en la historia de la Cumbres, que en esta ocasión adopta un cariz reforzado a la luz del ODS 16 (“Paz, justicia e instituciones sólidas”). Por descontado, una transformación de las políticas públicas tiene que sustentarse en unas instituciones fuertes, pero es pertinente detallar que —por lo que concierne a las zonas en escenarios de post-conflicto— la paz y la justicia resultan inviables sin la consolidación de instituciones robustas.
  • El impulso al reto de la lucha contra el cambio climático. Sin constituir de por sí un aspecto novedoso —la Red Iberoamericana de Oficinas de Cambio Climático (RIOCC) lleva 15 años trabajando y hay países que han alcanzado logros sobresalientes, tales como Costa Rica, a punto de conseguir la descarbonización total—, la Cumbre de Antigua concede una relevancia especial a este terreno, incorporando nuevos instrumentos de acción extraídos del primer informe del Observatorio de Cambio Climático de La Rábida.

De acuerdo con estas contribuciones, es preciso señalar que las Cumbres se han articulado desde su inicio, no tanto como un espacio de concertación política, sino primordialmente como un foro de cooperación regional, destinando sus esfuerzos a poner en común aquello que une a la comunidad. De hecho, la primera institución salida del sistema de Cumbres cobró forma de secretaría de cooperación, precedente de la actual SEGIB. Según recordó Juan Pablo de Laiglesia, buena prueba de ello lo muestra igualmente el énfasis que reiteradamente concitan los programas de cooperación sur-sur y triangulares, que no se abordan en otras reuniones regionales.

Tal institucionalización de la cooperación enlaza con el papel clave que a lo largo de estos años ha asumido España, respaldando de manera significativa programas que aún hoy conservan su carácter prioritario: proyectos de igualdad de género, de apuesta por la digitalización, o de impulso al espacio iberoamericano del conocimiento, que actualmente se gestiona bajo iniciativas de movilidad académica y de talentos. Este campo, por lo demás, prolonga la misma lógica que se articuló durante la pasada década en clave cultural, abriéndose ahora hacia un espacio de ciencia, tecnología e I+D+I que refleja el estado de madurez de las capacidades de trabajo conjunto.

Progresando en comunidad

En consecuencia, la fuerte impronta del respaldo español no ha sido óbice para atestiguar cómo el resto de países iberoamericanos se han ido implicando cada vez más en la definición de la agenda y en la financiación del sistema de Cumbres. Así, no es de extrañar que en el diseño de la Cumbre de La Antigua haya habido un grado de participación muy notable, según confirmó en su intervención Rebeca Grynspan. Una mirada retrospectiva permite valorar la relevancia de dicha involucración que también ha supuesto una modulación de la propia naturaleza política de las Cumbres. Y es que en un principio, cuando nació el sistema a principios de los años noventa, estas consistían básicamente en una reunión de presidentes bajo un perfil de conferencias.

Posteriormente, con la creación de la SEGIB, este formato se institucionalizó, abriéndose a la convocatoria de foros de seguimiento, como los encuentros cívicos y los parlamentarios. Sin embargo, será ya en Veracruz, en el año 2014 cuando cabe afirmar que se produce un salto cualitativo y el espacio de las Cumbres queda plenamente vinculado al concepto de comunidad, actualmente en curso. A este respecto, resultó conveniente pasar desde entonces a un esquema de citas bienales, con un margen de acción suficiente para profundizar en el contenido de los mandatos y poder rendir cuentas satisfactoriamente de las iniciativas ejecutadas.

Pues bien, desde la óptica de Grynspan, tal progresión evolutiva ha sido posible gracias a dos factores. En primer lugar, por el impulso que el sistema ha generado en la apertura de nuevos espacios de asociación complementarios, que han fortalecido la institucionalidad de la región y, a su vez, han apuntalado a las Cumbres como un foro de referencia sólido y estable. Y, en segundo lugar, por el fuerte crecimiento económico que ha experimentado la región, cuadruplicando su PIB desde 1991, lo que ha conllevado la asunción de un mayor compromiso por parte de los países miembros. Así, además de México y España, hasta siete nuevos países (Argentina, Chile, Andorra, Panamá, Colombia, República Dominicana y Uruguay) han contribuido con fondos voluntarios a la cooperación iberoamericana, implicándose en términos de corresponsabilidad con el éxito de las Cumbres.

Como resultado de lo antedicho, la Cumbre de La Antigua tiene la virtud de proyectar un acervo que refleja la creciente coordinación multilateral, que se materializa en los avances obtenidos en múltiples sectores: en cambio climático, en empoderamiento económico de las mujeres (erradicando los marcos legales que no favorezcan la equidad), en políticas regionales orientadas a las personas con discapacidad, o en movilidad académica. En este punto, indicó Grynspan, debe resaltarse el papel crucial que compete a las universidades para formular soluciones, innovar y generar conocimientos encaminados a construir un nuevo paradigma de desarrollo.

Al mismo tiempo, la Cumbre afronta la ambición de poner a Iberoamérica en ruta hacia los ODS en un contexto global complejo pero que precisamente por ello interpela a todos los países a reaccionar. Debe tenerse presente que incluso las sociedades más avanzadas se ubican en un escenario de “desarrollo en transición”, toda vez que la Agenda 2030 las obliga a transitar hacia modelos de desarrollo con patrones de producción y consumo más sostenibles, de modo que sin su concurso los ODS no podrán alcanzarse.

En esta línea, el lema de la Cumbre demuestra cómo esta interpelación global ha encontrado eco en América Latina, cuya experiencia en materia de cooperación horizontal puede además resultar muy útil, hasta el punto de que desde otras regiones del mundo se ha incrementado el interés por el aprendizaje acumulado en la región. Posiblemente América Latina pueda, pues, aportar elementos singulares y mecanismos de cooperación derivados de una concepción que desborda la visión norte-sur, por cuanto de lo que se trata no es de formular lo que ha de hacerse —tarea ya definida en los ODS— sino de dar con las herramientas que logren resultados y repercutan positivamente sobre la vida de las personas.

Por último, Rebeca Grynspan ha destacado que en la organización de esta Cumbre los países han estado muy participativos y llegamos con los “deberes” hechos en lo que se refiere a los mandatos anteriores. La XXVI Cumbre Iberoamericana aportará novedades en sus acuerdos, como por ejemplo: i) El Convenio de Movilidad de Talentos y el programa de movilidad y becas SEGIB-Fundación Carolina, enfocado a la igualdad de género en las disciplinas STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), en las que habitualmente hay menos presencia de mujeres; ii) Empoderamiento económico de la mujer: trabajo sobre las normas que obstaculizan el mismo; iii) Convenio Iberoamericano de Discapacidad de la OISS; o iv) Vinculación de la Agenda 2030, con especial referencia a la cooperación horizontal (Cooperación Sur-Sur y Triangular) y a la ciudadanía. Con ello, las Cumbres Iberoamericanas, que empezaron siendo una mera reunión presidencial, para llegar a ser después una Conferencia, están convirtiéndose ahora en una verdadera Comunidad.

Relatoría redactada por José Andrés Fernández Leost

Fundación Carolina

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