La actualidad mundial en los últimos años no hace más que arrojar noticias alarmantes de manera recurrente. A la enorme crisis del COVID 19 le sucedió, casi sin solución de continuidad, la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Y hace escasos días, volvía a temblar el orden establecido con el conflicto derivado del ataque de Hamás a Israel. Eso sin contar la multitud de conflictos menores o larvados que persisten en Asia o África, o los devastadores efectos del cambio climático. En definitiva, el tablero mundial anda sumido en una peligrosa agitación sin precedentes.
Ante una situación como ésta, se hacen más necesarios que nunca la cooperación internacional, el diálogo multinacional y multilateral o la creación de espacios de desarrollo de ideas y proyectos que generen expectativas, futuro, esperanza y buenas noticias. Mas que nunca hay que repensar las instituciones y los mecanismos internacionales para propiciar la convergencia, la concertación y el apoyo entre los Estados para traer a Latinoamérica al tablero, sacándola del aislamiento y la marginalidad para ponerla a resolver desafíos globales como el cambio climático, la transición verde o la seguridad alimentaria, entre otros.
Un extraordinario ejemplo de ello es, sin lugar a duda, el acercamiento que se está generando entre Latinoamérica y la Unión Europea. Dos realidades con muchísimos puntos en común, pero que han estado, durante mucho tiempo, más alejados de lo debido quizá por el intento de borrar de la geopolítica a América Latina. Afortunadamente, esa distancia comienza a recortarse de manera significativa con iniciativas como la reciente cumbre UE-CELAC, que tuvo lugar en Bruselas el pasado mes de julio y que, posteriormente, tuvo su colofón en una reunión de ministros económicos de la Unión Europea y de América Latina y los países del Caribe celebrada en Santiago de Compostela el pasado septiembre.
Esta histórica reunión, que congregó a 60 países que representan el 14% de la población mundial y el 21% del PIB global, fijó los mecanismos de gobernanza para desplegar un conjunto de inversiones destinadas a la triple transición -como ha sido bien denominada- y que apunta a una gran transformación verde, digital y social de América Latina y el Caribe. Estos proyectos conforman la Agenda de Inversiones Global Gateway, que tiene como objetivo movilizar una inversión público-privada de más de 45.000 millones de euros.
Este plan contará con un mecanismo de seguimiento con reuniones trimestrales para compartir buenas prácticas y analizar el momento en el que está la ejecución de la Agenda de Inversión. La primera de estas reuniones tendrá lugar en Bruselas en el primer trimestre de 2024. La Comisión Europea será la encargada de recopilar la información de cada proyecto y conformará una base de datos completa y actualizada. Instituciones como la CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Europeo de Inversiones (BEI) apoyarán a la Comisión Europea en esta labor. En este sentido, uno de los principales impulsores de este programa, el presidente de la CAF, Sergio Díaz-Granados, ha insistido siempre en la necesidad de coordinar esfuerzos y de reservar un espacio cada dos años para chequear la salud y el progreso de esta ambiciosa estrategia, idea secundada por los mandatarios de los países implicados.
La Agenda de Inversiones Global Gateway va a ser una extraordinaria herramienta para unir Europa con América Latina. Algo que definía bien Josep Borrell, el alto representante de la Unión Europea para Política Exterior y de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, en una reciente tribuna publicada en EL PAÍS: “Mi conclusión de la cumbre es que la defensa de los principios de la Carta de las Naciones Unidas y de un sistema internacional basado en normas en una época de tendencias autoritarias y dinámicas populistas requiere más que nunca de un decidido partenariado geopolítico y geoeconómico entre la UE y ALC. No podremos hacerlo solos y no podemos permitirnos otra década perdida”. Y tristemente vamos en un camino de retrocesos en lo democrático, lo social y lo económico que exigen un antídoto diferente a las formas tradicionales y burocratizadas de cooperación.
En efecto, esos nuevos puentes también deben tenderlos tanto los Gobiernos, intensificando las relaciones bilaterales, como las instituciones de la sociedad civil y las empresas. En este punto, la labor del Ejecutivo español está siendo realmente encomiable y muestra de ello es el apoyo a la cumbre de Santiago de Compostela, que se llevó a cabo gracias al empeño personal del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, y del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, entre otros altos cargos de la Administración española. Dignos de elogio también son las iniciativas de instituciones, organizaciones y fundaciones como la Carolina que trabajan para que esos lazos sean más firmes, expeditos y efectivos cada día.
Allí también la labor de las empresas españolas en esa tarea de acercar orillas resulta crucial. Nunca se había hecho explícita de manera tan clara el rol que deben jugar considerando cuantos años llevan invirtiendo, confiando y colaborando en el progreso de las distintas sociedades que conviven en América Latina.
En el caso del Grupo PRISA, a nosotros nos gusta decir que cada vez más somos una empresa latinoamericana. Y no solo porque llevemos décadas trabajando en la zona o porque una parte muy relevante de nuestros ingresos provengan de la región, sino porque nuestras empresas, nuestras marcas son ya colombianas, mexicanas, brasileñas, chilenas, argentinas, peruanas, bolivianas. Por ejemplo, Santillana, nuestra división de negocio dedicada a la educación, ha contribuido a la formación escolar de muchas generaciones de ciudadanos de toda la región y hoy se reinventa en la dimension de la tecnología educativa. Radio Caracol, W Radio, ADN, Los40 y otras emisoras habladas y musicales se han convertido no solo en la banda sonora de las vidas de muchos latinoamericanos sino en el referente de los grandes temas de la región por su capacidad de elevar la calidad del debate público; y marcar estándares de máxima rigurosidad y profesionalismo por parte de nuestros equipos periodísticos, respetando unas audiencias que tienen como punto obligado para informarse a cabeceras como EL PAIS y AS, que ya cuentan con portadas locales en al menos cuatro países de Latinoamérica.
Para nosotros, la apuesta por el futuro es la apuesta por América Latina. Por convencimiento y por principios. Porque parafraseando a Federico García Lorca: “El español que no conoce América Latina no sabe lo que es España”. Ese puente entre dos realidades que son complementarias, recíprocas, que se retroalimentan, es esencial para nosotros. Esa identidad común es la razón de ser de construir esos nuevos puentes que conectan indisolublemente nuestras sociedades para lograr transformarlas.