Los países de la comunidad iberoamericana son el aliado natural de España. Nuestros históricos vínculos han favorecido un continuo y permanente intercambio cultural, económico, comercial y social. Después de demasiado tiempo en el que las prioridades políticas fueron otras se ha subsanado ese error histórico y las dos orillas del Atlántico se han acercado.
Desde hace tres décadas gozamos de unas extraordinarias relaciones bilaterales con la mayoría de los 33 países que conforman la CELAC, y tenemos muy claro que debemos seguir profundizando en el multilateralismo. Solo con una interlocución constante y un diálogo político al más alto nivel podemos hacer frente a los retos y preocupaciones que compartimos.
Conformamos un conjunto de naciones que pretendemos incrementar la calidad democrática, la transparencia y la participación política, el respeto a los derechos humanos y el desarrollo de la triple transición socioeconómica, digital y ecológica. Debemos avanzar en ella porque es la única forma de consolidar derechos y combatir uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos, la desigualdad. Por ello, queremos llegar a acuerdos y establecer políticas que combatan las amenazas que la provocan, como son la desinformación, la inseguridad y la desprotección social. Nuestro compromiso para trabajar conjuntamente en la reducción de la pobreza y las numerosas brechas que se están viendo agravadas por un contexto internacional de inestabilidad es firme. Solo habrá desarrollo económico si este va acompañado del desarrollo social.
La celebración de la III Cumbre UE-CELAC el 17 y 18 de julio del pasado año en Bruselas, bajo la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea, ha supuesto un hito en las relaciones de dos regiones que comparten unos principios y unos valores sobre los que debemos forjar una estrategia conjunta de acción. Sumamos aproximadamente una quinta parte de la población mundial y del PIB del planeta. Europa es además el primer inversor extranjero en la región, el primer donante y el tercer socio comercial. Del mismo modo, España se ha convertido además en el segundo país del mundo con mayor presencia empresarial en la región. Tenemos por tanto la responsabilidad de acompañar a nuestro sector privado, que debe convertirse también en un factor de desarrollo. Contribuyen al crecimiento de los países y a la creación de empleo. La unión de esfuerzos públicos y privados es imprescindible porque en esta tarea nadie sobra y todos somos necesarios.
El papel ejercido por España para fortalecer esos vínculos entre la Unión Europea y la CELAC, en un contexto internacional en el que son muchos los desafíos, va a permitir consolidar esas alianzas. Porque nuestra agenda iberoamericana requiere una actualización constante, ya que constantes son también los desafíos. Desde esta Secretaría somos conscientes del mandato que tenemos encomendado y por ello nos hemos marcado el compromiso de mantener un diálogo continuo con todos los países de la región.
Tenemos además una misión tan ambiciosa como apasionante: impulsar, coordinar y planificar el papel de nuestro idioma en el mundo. El español es una lengua hablada por más de 600 millones de personas, ya sea de forma nativa, heredada o aprendida. Es más que un vehículo de comunicación, una herramienta que nos une y que nos enriquece, a la vez que también nos hace más competitivos. Trabajamos sobre una estrategia perfectamente definida. El español es una lengua de cultura que goza de un reconocido prestigio. Son millones las personas no hispanohablantes que se acercan a nuestro idioma por nuestras manifestaciones artísticas, ya sean escritas, musicales o audiovisuales.
Pretendemos conseguir que el español sea además una lengua ampliamente reconocida en los organismos internacionales y en los tribunales de justicia, pero también en el ámbito científico y el tecnológico. En este sentido, el pasado 6 de marzo el ministro José Manuel Albares firmó con Panamá el primer Memorando de Entendimiento para impulsar el idioma español en el ámbito de la diplomacia y las organizaciones internacionales. Desde esa fecha hemos firmado ya cinco memorandos y es nuestra intención hacerlo con todos los países de la comunidad iberoamericana. Hasta el momento, esta iniciativa está siendo acogida con entusiasmo por nuestros países hermanos, conscientes como nosotros de que en nuestra lengua común tenemos nuestra mejor herramienta cohesionadora.
Estoy plenamente convencida de que, por muchas dificultades y problemas a los que nos enfrentamos, con trabajo, voluntad de cooperación, suma de esfuerzos y diálogo podemos lograr que los países que formamos parte de esta entidad sociopolítica mejoren en su bienestar y sean además un agente internacional determinante en el fomento de la cultura de paz y la democracia.