La Cooperación Española tiene como misión apoyar, en el exterior, a los más vulnerables en la consecución de los ODS de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, con el fin de no dejar a nadie atrás. Para ello, nuestro empeño va dirigido a utilizar de la manera más eficaz posible todos los instrumentos a nuestro alcance y, de esta forma, maximizar al mismo tiempo nuestra contribución al ODS 17.
Este objetivo fundamental nos habla de la forma en la que se realiza esa cooperación, mediante alianzas multi-actor y multi-nivel, desplegando todo el potencial de los instrumentos de financiación, con transparencia y empleando todo el conocimiento orientado a alcanzar los resultados.
Sin embargo, quiero destacar otro aspecto fundamental de nuestro modus operandi. Existen unos rasgos diferenciadores de la Cooperación Española que reflejan una forma muy singular de entender la cooperación y contribuir al desarrollo sostenible, y que nos distingue en nuestra forma de acercarnos a quienes más lo necesitan. La nuestra es una Cooperación de las personas para las personas. La nuestra es una Cooperación con alma.
Precisamente, es esta característica la que considero más relevante ya que nos confiere un valor añadido, quizás intangible, pero que marca la diferencia con respecto a cómo esta Secretaría de Estado entiende la cooperación y la pone en práctica.
Sobre el terreno, una de nuestras peculiaridades más valiosas es que somos capaces de establecer un diálogo político activo, situándonos en el mismo plano que nuestro interlocutor a través de una escucha activa, alineándonos con sus propios planes de desarrollo pero teniendo siempre como referencia nuestros valores españoles y europeos como seña de identidad. Nos caracterizamos por ser un lugar de encuentro, por promover consensos, por flexibilizar nuestro enfoque para acompasarnos en tiempo y en contenido a lo que nuestros socios precisan, llegando a donde otros no llegan.
La Cooperación Española trabaja creando comunidades, estableciendo redes humanas a distintos niveles que forman parte de las diferentes intervenciones y que permanecen vinculadas a la Cooperación Española de forma permanente a través del tiempo. El sistema de Cooperación Española es, a la vez, rico y complejo. Su objetivo es ser inclusivo y aglutinador con el fin de hacer confluir las distintas sensibilidades de los actores que lo componen y así trabajar conjuntamente para conseguir las mayores sinergias. Esta forma de entender la Cooperación se manifiesta en la riqueza de construcción de nuestro propio ecosistema, así como en nuestra relación con los diferentes socios.
Es cierto que el cómputo de nuestra contribución en términos financieros es un parámetro clave que nos permite medirnos con respecto a nosotros mismos, a nuestro compromiso con el desarrollo y a nuestros socios. No obstante, la Cooperación Española que describo en los párrafos anteriores constituye un activo difícilmente cuantificable en términos monetarios. Este tipo de Cooperación nos confiere un valor diferencial debido a que la calidad de los vínculos creados, contribuye al Desarrollo de una manera omnicomprensiva e integral. Esto sólo es posible trabajando a través de nuestra red en el exterior de Embajadas y Unidades de Cooperación en Exterior que despliegan una capilaridad ejemplar gracias al trabajo comprometido y profesional de nuestro equipo, tanto en sede como en el exterior.
No obstante, queda mucho por hacer. Precisamente porque este activo nos fortalece como sistema, es preciso cuidarlo y fortalecerlo. Mi intención y mi trabajo implican dedicar todo el esfuerzo a esta misión de cuidado.
Estamos inmersos en un proceso de profunda reforma y una de las partes cruciales de la misma, como bien se señala en todos los análisis, es procurar para nuestra gente un sistema sólido mediante el que se pueda desarrollar una carrera profesional justa y acorde con el momento que nos ha tocado vivir. Este crucial aspecto, imbricado con una necesaria y adecuada gestión del conocimiento, donde también es preciso avanzar, harán que nuestro sistema pueda mirar al futuro con confianza. Asimismo, necesitamos que nuestro sistema crezca y se desarrolle, avanzando hacia una Cooperación que optimice el hecho de que somos también “Equipo Europa”. Es preciso apropiarnos de esta importante faceta y nutrirla con nuestra particular manera de entender la Cooperación al Desarrollo.
Estamos en un momento clave para que esta reforma sea un éxito. Representa una oportunidad para apuntalar aquello que funciona y que nos hace ser una cooperación única, pero también para incidir en esas otras dimensiones que nos permitirán salir reforzados de cara al 2030. Todo un reto que tendremos que afrontar de la mano.