Es todo un honor para mí, como presidente del Gobierno de España y miembro del Patronato de la Fundación Carolina, escribir estas palabras de conmemoración en su vigésimo aniversario.
20 largos años de trabajo en favor de la cooperación educativa, cultural y científica entre España y América Latina. Dos décadas de proyectos tan ambiciosos como necesarios, y cuyo impacto social y económico se traduce en cifras concretas e historias reales: las de los más de 17.000 estudiantes latinoamericanos que han sido becados con los fondos de esta institución y que han transformado la formación recibida en un retorno de alto valor social, pues más del 90% de ellos trabajan actualmente en sus países de origen.
Y es que multiplicar y retener el talento de las nuevas generaciones de América Latina es un paso indispensable para el desarrollo sostenible y la prosperidad de la región en el medio y largo plazo.
En este tan loable propósito, la Fundación Carolina —así como las instituciones públicas y privadas que forman parte de su partenariado— cumple con maestría su propósito.
No quisiera extenderme más con los logros acumulados desde que esta entidad comenzó su trabajo en el año 2000; más bien quisiera hablar de su futuro, de los siguientes 20 años de la Fundación Carolina.
De dos décadas enmarcadas en una época de cambio —o un cambio de época—, tanto en América Latina como en España, Europa y el resto del mundo. Un trayecto hacia el ecuador del siglo XXI marcado por grandes desafíos de carácter global que solo pueden ser resueltos desde el espíritu de multilateralismo y cooperación que esta fundación lleva en su ADN.
Se publican estas líneas en un contexto de crisis sanitaria global provocada por la COVID-19. Una pandemia que ha profundizado otras brechas que la humanidad ya acumulaba: la emergencia climática, la pérdida de biodiversidad, la desigualdad socioeconómica, el machismo, el discurso de odio o los repliegues ultranacionalistas.
Desafíos que exigen de los gobiernos y de la sociedad civil una respuesta a la altura. Retos en los que la acción de la Fundación Carolina refuerza su sentido: promover el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible a través de la cooperación, la capacitación y el empoderamiento de los jóvenes que escribirán el futuro de América Latina en el mundo.
El reto es grande, pero el saber hacer de la Fundación Carolina es aún mayor.
Concluyo con unas palabras de Eduardo Galeano para felicitar por el trabajo realizado y para desear los mejores éxitos en la labor que queda por hacer:
“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar”