El seminario internacional “La Agenda 2030 y el desarrollo en Iberoamérica” se convoca para propiciar una conversación amplia respecto a las propuestas de políticas, enfoques, instrumentos y actores comprometidos con el desarrollo sostenible en el ámbito multilateral, iberoamericano, y euro-latinoamericano. En esos espacios existe un rico acervo de experiencia de cooperación bilateral y multilateral, horizontal, triangular y Sur-Sur que son relevantes de cara al enfoque de “desarrollo en transición”, término acuñado a partir de un proceso de reflexión que han liderado la Comisión Europea, CEPAL y el Centro de Desarrollo de la OCDE para caracterizar el “desarrollo” como un proceso continuo y multidimensional, que nos interpela respecto a la necesidad de avanzar hacia un modelo de cooperación internacional multiactor, más inclusivo, “que no deje a nadie atrás”, y más adaptado a un contexto en el que hay un número mayor de países en desarrollo relativamente más avanzados, muchos de ellos en América Latina y el Caribe.
La necesidad de adaptar y alinear las políticas e instrumentos de cooperación se deriva del propio contenido de la Agenda 2030. A diferencia de los anteriores Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), este documento define una agenda de desarrollo integral y de carácter universal, que, en nombre de la sostenibilidad, atañe a todos los países, al margen de su nivel de renta, y reclama una mayor acción colectiva internacional para la provisión de bienes públicos globales, [expand=»Leer más»]
A la luz de estos retos, las políticas de desarrollo y el actual sistema de cooperación internacional al desarrollo requieren de (i) una amplia redefinición en términos de efectividad y relevancia; (ii) de apropiación y representatividad, abriéndose a nuevos actores; y (iii) de articulación, asociación y legitimidad.
Para España, en su doble condición de país iberoamericano y Estado miembro de la Unión Europea (UE), esta agenda es particularmente relevante: afecta a su política de desarrollo bilateral hacia América Latina, tradicionalmente región prioritaria en su acción exterior. Afecta también a su condición de Estado miembro de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, en la que España trabaja con sus pares con una lógica de cooperación multilateral. Y atañe, por último, a su condición de Estado miembro de la UE, dentro de la cual España ha tratado de promover una política de cooperación y desarrollo adaptada a las especiales condiciones de esa región y a los mecanismos de asociación birregional entre la UE y América Latina.
El hecho de que la UE esté discutiendo el marco financiero plurianual (MFP) 2021-2027 y un nuevo instrumento único de cooperación supone también una oportunidad para redefinir la cooperación europea, de manera que tenga un mejor encaje con la Agenda 2030. El nuevo “Consenso Europeo de Desarrollo”, adoptado en junio de 2017, anunció “asociaciones innovadoras con los países en desarrollo más avanzados”, mediante una gama más amplia de herramientas de cooperación, por ejemplo, a partir del comercio, la inversión, el intercambio de conocimientos y la asistencia técnica, y el apoyo a la cooperación Sur-Sur y a la triangular coherentes con los principios de eficacia del desarrollo.
La Cumbre de Antigua, Guatemala, de noviembre de 2018, centrada en los retos de la Agenda 2030 en la Comunidad Iberoamericana de Naciones, también adoptó importantes acuerdos para alinear las políticas de cooperación a las exigencias de la Agenda 2030, al afirmar los desafíos de desarrollo específicos de los países y sociedades que la integran, y para vindicar sus particulares capacidades, esfuerzo y experiencia de desarrollo y de cooperación.
La convocatoria de este seminario viene precedida de un esfuerzo colectivo de deliberación, diálogo y consenso por parte de muchos de las entidades que ahora se reúnen: CEPAL, Dirección de Desarrollo de la Comisión Europea, Centro de Desarrollo de la OCDE, Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y, por parte de España, la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica y su Dirección General de Políticas de Desarrollo Sostenible; la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID); y la Fundación Internacional Iberoamericana de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP). En nombre de la Fundación Carolina, mi reconocimiento a todas ellas. Un agradecimiento especial al la Fundación ICO (Instituto de Crédito Oficial), patrono de la Fundación, sin cuyo apoyo material e intelectual este seminario no hubiera sido posible.